En Ciudad de Este impera hace décadas la nefasta vigencia de una Junta Municipal a la medida de ejecutivos comunales que solo se valen de tirar migajas para amaestrar a mercenarios. Lo soez del sometimiento sin miramientos, es que se transgrede lo legal y ético del ejercicio de la representación ciudadana ante tan importante institución, que en teoría encamina acciones para el bienestar ciudadano. Sin entrar a considerar lo necesario para una gobernanza y acuerdos para establecer mayorías en cuerpos legislativos, nunca, pero nunca esto debe suponer dejar de lado obligaciones de representar la garantía del correcto uso de los recursos oficiales y la salvaguarda de los intereses comunitarios. Destacarse por defender lo indefendible, por un proteccionismo cómplice, y la falta de pudor con tal de complacer al intendente y respectivos negociados, es lamentable y poco feliz. Ser chupamedia es una cosa, pero la extrema salamería con posiciones que perjudican al pueblo, es un nivel más allá de lo imaginado. El servilismo sostiene la ineficiencia y corrupción municipal. Y para corroborar esto, hay que acudir nada más a la memoria reciente y percibir deplorables calles y avenidas, pésimo servicio de transporte público, y el chiste de los buses eléctricos que ahora tienen oficialmente pasaje más caro. La Junta Municipal de la capital del Alto Paraná, no muy diferente a la del resto de los demás distritos, opera como un antro, donde todo se permite, con tal de que haya ingreso para los bolsillos del proxeneta y con ello alcance las propinas por los servicios. Existe muy poca diferencia entre ediles de ayer y de hoy, por lo que se muestra que vicios del zacariismo son vivenciados por los prietistas. El apetito por dinero fácil es el mismo, la genuflexión es calcada, la inoperancia para asuntos ciudadanos es igual, así como la conducta de perro rabioso ante cualquier reclamo o denuncia formal por irregularidades. La falta de comprensión y compromiso con los deberes inherentes a ser concejal municipal, no pasa solo por una cuestión de quedar en anécdota, pues hay que recordar que todos quienes respaldan irregularidades en la administración pública, cargan con responsabilidades sancionables, por lo que se espera que la ley los alcance con la severidad que amerita. Todo aquel que avale mediocridad y deshonestidad no puede quedar sin castigo carcelario. El escarmiento legal es muy necesario para generar conciencia, pues ser embaucador del pueblo es vil. Mejorar la Junta es materia pendiente de la ciudadanía, que debe tener memoria sobre inacciones y nombres de quienes, por la inmoralidad propia, volverán a presentarse como opción de representación del pueblo. El servilismo de mediocres, degenera la función legislativa, teniéndose el presente resultado de despilfarros, robos asquerosos e impunidades.