En la fecha casi 200 mil alumnas y alumnos del departamento del Alto Paraná inician actividades académicas dentro de la educación pública, bajo las mismas condiciones de siempre, precariedad. Sin desconocer avances en varias áreas, como la entrega de materiales didácticos y no cobro de cuotas, todo sigue siendo insuficiente para los requerimientos básicos de una educación mínimamente de calidad, y en gran parte sustentada por padres de familia que se organizan para atenuar necesidades materiales periódicas. Es cierto, no deja de ser repetitivo. Por lo que se acrecienta la desidia consuetudinaria de autoridades que nunca tuvieron real interés en proporcionar al pueblo educación de calidad. No hace falta ni siquiera traer ejemplos de municipios de menores recursos para retratar la situación estructural de escuelas y colegios públicos, pues en la misma capital departamental Ciudad del Este, se cuentan instituciones donde por protección divina no caen los tejados sobre las cabezas de niñas y niños. Los recursos trasladados año tras año a municipios y gobernaciones, llamativamente no son suficientes para al menos dejar como corresponde las aulas. Ni siquiera se habla de construir más aulas por el crecimiento natural del alumnado. Alimentos echados a perder, o solo para servir de excusas para negociados, suman al desperdicio del dinero que debía ser revertido en la educación pública. Todo hecho de corrupción perjudica directamente a los estamentos destinados a la gente común, por lo que la situación actual de rubros de suma importancia como la educación y la salud, se debe a la inmoralidad de autoridades. Colegios con falta de rubros pagados por el Ministerio de Educación, mientras legisladores se deleitan con bocaditos cuyos presupuestos sobradamente servirían para cubrirlos, muestran con propiedad que no hay ni deseo de que mejoren las cosas en el país. ¿Por qué el país? Pues sencillamente mejorar la educación, implicará mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, pues una persona con instrucción sólida cuidará mejor sus decisiones y apuestas. Decisiones por no ser hurrero como mejor opción laboral, decisiones de no callar ante irregularidades y por optar por mejores candidatos a diputados y senadores. De hecho que no conviene a mediocres y sinvergüenzas que se tenga generaciones enteras con mejor visión cívica y académica. No es que las necesidades siempre superarán a los recursos, sino que las necesidades personales de inescrupulosos se priorizan por sobre las generales. La juventud estudiosa es la que históricamente protagoniza cambios y acciones esperadas, por lo que se abriga esa misma esperanza que pese a las vicisitudes, estos días de clases sean aprovechados para forjarse intelectual y moralmente. De la misma forma, docentes deben estar a la altura de las circunstancias y no solo aburrir, espantar y menospreciar a niñas, niños y adolescentes. Retomar la esencia del apostolado debe estar por sobre las excusas válidas de precariedades, pues si otros maestros se portaron como tales con menos recursos, entonces la vara debe ser alcanzada. La educación es el pilar del bienestar de cualquier país, por lo que cimentarlo correctamente hace mucho dejó de ser opción, pasando a ser obligación primera de autoridades y sociedad en general. Que este periodo educativo sea de pleno éxitos para toda la comunidad educativa.