Paraguay, una nación cuya historia está marcada por el coraje y la lucha por la libertad, de sus prohombres, se encuentra ante el desafío permanente de honrar los valores propios de una nación nacida mediante el pueblo y para el pueblo. La independencia paraguaya, proclamada el 14 y 15 de mayo de 1811, es un hito que aún resuena en el alma de gente de bien, recordando el valor supremo de la libertad y la soberanía. Honrar en el presente los valores de la libertad logrados en la independencia paraguaya es más que un deber, con responsabilidades compartidas, pero con niveles de relevancia definidas con precisión. Y es así que las autoridades aparecen como los primeros obligados a vivenciar lo correcto y el patriotismo de manera permanente. El tributo a aquellos que sacrificaron sus vidas por un ideal más grande, es un llamado ensordecedor a todos a caminar por la misma senda, y ocuparse en construir una patria donde la gente sea la verdadera prioridad. Recordar a los héroes que, con valentía indomable, desafiaron la opresión y forjaron el destino de su nación con determinación inquebrantable es completa cuando se imitan acciones de entereza en la función pública, y en los propios hogares, pues es allí donde nace lo bueno y lo malo. Las conquistas previas al grito de libertad en Tacuarí y Paraguarí, significaron base de praxis que la valentía puede lograr mucho, cuando es en conjunto y por el bien general. El comienzo de una nueva era de autodeterminación y progreso, tiene caracteres imborrables que no pueden dejarse de lado. Es un legado que debe ser preservado y nutrido en el corazón de cada paraguayo, como el fuego sagrado que ilumina el camino hacia un futuro lleno de esperanza y oportunidades. Vivir con integridad y respeto por los derechos de todos los ciudadanos es la manera correcta de honrarlos. Brindar homenaje, es defender la justicia y la igualdad, rechazando cualquier forma de tiranía o injusticia que amenace la libertad individual y colectiva. Es cultivar una sociedad donde la diversidad sea celebrada y donde cada voz tenga el derecho a ser escuchada. La independencia paraguaya nos recuerda que la libertad es un derecho inalienable, pero también una responsabilidad compartida. Es un compromiso de todos y cada uno de nosotros trabajar juntos para construir un país donde la democracia florezca, donde la educación sea accesible para todos y donde la prosperidad sea el fruto del trabajo honesto y la solidaridad. En el presente, honrar los valores de la independencia paraguaya es mirar hacia el futuro con optimismo y determinación, pero por sobre todo trabajarlo. Es inspirarse en el coraje de nuestros antepasados para superar los desafíos presentes y edificar un país más fuerte y más justo para las generaciones venideras. Este día de altísima relevancia para el país, donde la llama de la libertad que ardió en los corazones de aquellos que lucharon por la independencia paraguaya convoca a conservar esa esencia y ser guardianes vigilantes de auténticos ideales y a trabajar incansablemente por ese Paraguay libre, donde la prosperidad sea para la generalidad y donde la paz esté presente en todos los rincones de este bendito país.