La trascendencia divina de las madres
Las madres, por propia esencia natural, desempeñan un papel fundamental en la construcción de las bases de las sociedades, y esto es especialmente evidente en la historia paraguaya. Desde los albores del Paraguay, desde tiempos inmemoriales, las madres han sido los pilares sobre los cuales se ha cimentado la estructura social, transmitiendo valores, tradiciones, conocimientos de generación en generación y por sobre todo legando amor. En la sociedad paraguaya, las madres han sido guardianas de la cultura, la lengua y las costumbres. Han sido las encargadas de inculcar en sus hijos el amor por su tierra, la importancia de la familia extendida y el respeto por las tradiciones ancestrales. A través de su labor diaria, han transmitido el idioma guaraní, que junto con el español, conforma la identidad lingüística única del Paraguay. Además de preservar la cultura, las madres paraguayas han sido fundamentales en la educación de las generaciones. Muchas madres han sido las primeras maestras de sus hijos, enseñándoles a leer, escribir y realizar cálculos básicos, ya sea por el deseo de colaborar con la formación de sus hijos, pero fundamentalmente por las carencias materiales que impiden el acceso temprano a instituciones educativas, y por la ausencia del varón progenitor. Su dedicación, sin dudas, ha sentado las bases para el desarrollo educativo del país, preparando a las futuras generaciones para enfrentar los desafíos del mundo moderno, independientemente a las condiciones materiales. En momentos de adversidad, las madres paraguayas, las mujeres paraguayas, han demostrado una fuerza y resiliencia extraordinarias, destacadas en el planeta hasta la fecha. Durante la Guerra de la Triple Alianza, que devastó al país, muchas mujeres paraguayas perdieron a sus esposos e hijos en el conflicto. Sin embargo, se mantuvieron firmes, asumiendo roles antes reservados a los hombres, trabajando la tierra, defendiendo sus hogares y reconstruyendo el tejido social de la nación después de la guerra. Ese es el gen legado y presente en no todas las madres es cierto, pero en una gran mayoría que entiende su rol natural y su deber humano fundamental. Y como la actualidad nos obliga a no generalizar, por tantas muestras en contra, las buenas madres son agentes de socialización primaria, lo que significa que tienen una influencia directa y duradera en la formación de la personalidad y el carácter de sus hijos. Por medio de su amor, apoyo y orientación, ayudan a inculcar valores como el respeto, la responsabilidad, la empatía y la solidaridad, que son fundamentales para una convivencia armoniosa y el desarrollo de ciudadanos íntegros. Las buenas madres juegan un papel vital en la promoción del bienestar familiar. Su capacidad para crear un ambiente cálido, seguro y afectuoso en el hogar contribuye al desarrollo emocional y psicológico de sus hijos. Por ello la ausencia de ellas, es devastadora para ese ciclo seguro de construcción humana. Una buena mamá es primordial para combatir problemáticas sociales como la pobreza, la violencia doméstica y el abandono infantil. En medio de tantos desafíos diarios como la falta de recursos económicos o el acceso limitado a servicios básicos, aun así demuestran una notable capacidad de reinventarse con determinación para brindar a sus hijos las mejores oportunidades posibles. Su capacidad para superar obstáculos y mantener un ambiente familiar positivo y enriquecedor sigue siendo primordial para romper ciclos de desigualdad y promover un desarrollo más equitativo y sostenible en la sociedad. Las buenas madres son modelos a seguir para sus hijos y para la comunidad en general, de allí lo especial del papel insustituible. Con su ejemplo de sacrificio, dedicación y trabajo duro, inspiran a otros a seguir un camino de integridad, superación personal y contribución al bien común. Su influencia se extiende más allá de las paredes del hogar, impactando positivamente en la sociedad en su conjunto y contribuyendo a la construcción de un Paraguay más justo, inclusivo y próspero. Cuidadoras, educadoras y líderes comunitarias, son algunos aspectos que en su conjunto hacen de ellas seres especiales, al que todos los seres humanos estamos ligados mucho más allá de 9 meses, pues el acto divino de dar vida, las colocan en un pedestal superior. Una mamá carga más del peso de bebé toda su vida, pues también desarrolla su responsabilidad de formar ciudadanos correctos, se ocupa de la promoción del bienestar familiar y la construcción de una sociedad con visión de amor y cuidado. Las buenas madres son seres tan cercanos a la divinidad que ni siquiera la ingratitud de los suyos resta su amor, y pese a su ausencia terrenal hay presencia de ellas en todo tiempo, en cada momento, pues la bendición de una madre, es eterna. Desde este espacio extendemos un especial saludo a todas las madres paraguayas en su día.