El cementerio municipal de Presidente Franco se encuentra bajo el completo dominio de adictos y rateros, quienes no solo utilizan el lugar para consumir sustancias o escaparse de los controles policiales, sino que destruyen todo a su paso ante la falta de guardias en el local. Actualmente gran parte de los panteones están con los vidrios rotos, los crucifijos fueron arrancados y los adornos colocados por los visitantes fueron robados.
La queja es generalizada por parte de los familiares que visitan las tumbas de sus seres queridos, encontrándose con un panorama deprimente. Así también, los vecinos manifiestan su hartazgo y preocupación atendiendo a que los rateros y adictos prácticamente se adueñan del lugar.
Si bien estas prácticas sólo se hacían en horas de la noche, en la actualidad entran al lugar a cualquier hora, causando miedo y zozobra a los visitantes del campo santo, quienes aseguran que no hay control alguno en el lugar.
Uno de los denunciantes contó que todos los que van al cementerio salen preocupados, quejándose del estado en que encuentran las tumbas y los panteones. “Hace tiempo se habla de esta situación y hoy nos tocó a nosotros, encontramos los nichos con los vidrios rotos, las cruces tiran o llevan para cambiar por un par de monedas”, refirió.
Al parecer el lugar no cuenta con seguridad ni encargado, al menos según los denunciantes, quienes aseguran que hace tiempo no son vistos por el campo santo. El cementerio está ubicado en el concurrido barrio Santa Rosa. Los problemas no terminan en los puntos ya mencionados, ya que en la parte más antigua se puede observar el deterioro y total estado de abandono, donde existen tumbas y nichos que ni siquiera son limpiados hace años.
Varias de estas estructuras están a medias, debido al desgaste del tiempo y la falta de mantenimiento. Otros ya se convirtieron prácticamente en escombros, acumulando basuras y alimañas. Durante los días de lluvia, las tumbas abiertas acumulan agua que luego son potenciales criaderos de mosquitos.
Los vecinos claman por una intervención seria de la Municipalidad, no sólo con la limpieza permanente del lugar, sino que con un cercado que impida la entrada de los adictos y ladrones en el lugar y el control estricto en la zona, con guardias que permanezcan en el campo santo todo el tiempo.