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Bondadosos con dinero del pueblo

El modismo inalterable de incesantes auto-publicidades, preferentemente desde comunas, delata que la generalización de lo despreciable es real.

Cubrirse de auto-bombo sobre figuras humanas, patriotas, de extrema transparencia  y todo tipo de superioridades individuales cuasi extraordinarias, es la forma en que intendentes intentan hacer creer lo que no son, ni serán jamás. Todo esto con dinero de la gente, pues de los municipios salen los recursos para ser cepillados.

Se hace ruido por todos los medios factibles para hacerse resaltar por cumplir obligaciones. Conste que ni siquiera se alcanza lo suficiente como para que se reciba aplausos.

Hace un buen tiempo, antes que autoridades, se tiene a vedettes.

Hacer shows, o mejor, mandar hacer shows por cumplir con la obligación de invertir dinero del pueblo, muestran además de la politiquería barata, un complejo que requiere tratamiento.

Los políticos locales siguen apelando al más bajo nivel pregonando exhibicionismo politiquero que buscan aplausos generalizados, pero que solo generan repulsión de la ciudadanía medianamente entendida.

Todo proyecto público es para beneficio de la comunidad, pero aprovecharse de ello para darle un ropaje electoral es antiético y mentiroso. Predominan en espacios de poder mentes solo destinadas a ver beneficios, hasta en la desgracia ajena.

No es de buen líder buscar pescar en río revuelto y tener a séquitos que deben gritar maravillas a cada paso que den.

Embanderarse de  victorias ajenas, o inversiones del dinero de contribuyentes solo podría tener efecto positivo en mentes planas.

Pero poca gente es cretina y la verdad sobre gestiones ya no está solo basadas en opiniones de “influencers”.

Sin entrar a tallar popularidad o capacidad, es de correctos al menos despegarse en cierto momento de pretensiones electorales.

Todo quienes utilizan recursos públicos para intentar quedar bien ante la opinión pública, juegan con la inteligencia ciudadana.

Influir en la mente ciudadana debería darse con obras de envergadura y con manejo pulcro de recursos. Las conductas son constantemente evaluadas, por lo que todo paso, palabra y acción deben ser concordantes.

No en vano hay descrédito hacia la clase política, y ello debería llevar a conductas distintas de autoridades, pues el ciento por ciento desea seguir mamando de las tetas del Estado.

Buen liderazgo, correcta administración y real interés en el pueblo, va mucho más allá de chupa medias  y  shows mediáticos.

Los valores no se ganan con elogios pagados con dinero ciudadano, sino se profesan en todo actuar institucional, en comportamientos más allá del marketing.

Sin autobombos, sin egocentrismo, se puede tener una buena gestión, percibida por propios y extraños. Mucho ruido es para quienes carecen de contenido.

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