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¿Buena gestión?

Es tan repetido lo que se viene dando en la administración comunal esteña, que parece un refrito retratar el presente, pues en la práctica no es más que el cambio de nombre y apellido en expedientes de la marginalidad de guante blanco.

Vestirse de inocente es muy distinto a serlo, por más que se obligue a acólitos a recitar bondades deletreadas por quienes tienen un escalón más en la escala salarial.

Pero lo más incongruente es el intento de no perder la compostura de sobrenatural administrador de la cosa pública, cuando se tiene por docenas denuncias formales ante el Ministerio Público, y renuncias masivas de quienes fueron embaucados por perorateros a fin de que trabajen gratis.

Por principio jurídico, una buena administración, es decir, un buen gobierno, siempre tiene aspiración de centralizar todo el sistema a la persona con sus respectivos derechos fundamentales. Por ende, el comprometer pago de haberes y no cumplirlo, no concuerda ni siquiera con administración, y mucho menos con buena.

Tratando de ilustrar y hacer recordar, la administración pública obliga a una actuación administrativa totalmente correcta, no siendo minucias negociados, promesas incumplidas, falta de transparencia y el abuso contra funcionarios municipales.

Buena gestión no se logra obligando a miserables dependientes a que traten y promocionen como semi Dios griego a quien está en el sillón de intendente.

Calles y avenidas en pésimo estado, espacios públicos sucios, servicios básicos medievales, no deberían ser cartas de presentación de quienes prometieron revolucionar positivamente Ciudad del Este, pero quedaron solo en shows mediáticos.

Las críticas no son de adversarios, son de ciudadanos que saben diferenciar el fraude en que se ha convertido la gestión municipal de Miguel Prieto. No superior a lo mediocre, es tan cercano a la excelencia como el Sol de la Tierra. Hacer lo que se puede, sería incluso mejor de lo que se tiene, pero en la práctica es más bien hacer lo que se quiere.

Al menos tratando ser objetivo en el análisis de lo positivo y negativo realizado hasta la fecha, no existen motivos reales para auto-halagar administraciones. Populismos van persuadiendo menos, pues la realidad expone casi todo y solo se engaña a quien quiere ser engañado. La capital departamental tiene más motivos para auto-críticas que auto-felicitaciones.

No es el apocalipsis, pero solo porque anteriores jefes comunales fueron tan o más mediocres y payasescos.

Si todo sigue igual, es prueba fehaciente que se siguió el mismo camino en estos años, de quienes tanto fueron atacados como corruptos y mercenarios.

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