Lamentablemente, el gobierno de Peña, antes de dar muestras claras de desterrar esta vieja práctica, lo fortalece cada vez más. Lo peor, es que el mal ejemplo se da desde la propia primera magistratura del país, con el juramento como diputada de Fabiana Souto, esposa del vicepresidente Pedro Alliana. La misma accedió al cargo luego que el legislador Luis Benítez haya presentado renuncia al cargo para asumir la dirección de la Entidad Binacional Yacyreta. La ahora diputada está sospechada de estar vinculada al caso Erico Galeano, investigado por supuesto lavado de dinero. De acuerdo a los datos, Erico transfirió la avioneta a Guillermo Del Puerto Moreno, un socio comercial de la esposa del vicepresidente electo, de la firma Grupo Capital SA. Alliana había negado cualquier relación de su esposa con la empresa. La aeronave fue secuestrada por la Fiscalía.
Otros de los clanes que mama del Estado es el comandado por el actual presidente de la Cámara de Senadores, Silvio “Beto” Ovelar, cuya esposa, Iris Magnolia Mendoza, fue recientemente nombrada en la Asesoría Jurídica de la Itaipú Binacional, con un salario que supera los G. 100 millones; es decir, cobra más de 40 salarios mínimos, en abierto detrimento de la mayoría de la población paraguaya, que, en muchos de los casos, sobrevive con menos de G. 10.000 por día. Según la declaración jurada de “Beto” Ovelar, el total de sus activos asciende a G. 6.844 millones, por lo que desde 2019, cuando tenía G. 5.585 millones en activos, aumentó en G. 1.259 millones. Teniendo en cuenta su deuda total, de G. 3.350.256.783, Ovelar tiene un patrimonio neto de G. 3.493.743.217. Con esta desigualdad económica que el clan Ovelar ostenta ante la mayoría de la población paraguaya, se confirma el eslogan de campaña electoral de Peña, ya que están comenzando a “estar mejor”.
Los clanes familiares acaparan puestos relevantes en el sector público, donde los salarios son varias veces millonarios y en los cuales el común de la población no puede acceder, ya que son puestos privilegiados que se les reserva a los leales del mandamás de turno, en este caso, los que demostraron lealtad al presidente del Partido Colorado, Horacio Cartes.