
De manera constante y continua, las diversas comunidades indígenas existentes en el Alto Paraná reciben una asistencia completa por parte de las distintas Unidades de Salud Familiar. Si bien estos puestos de salud brindan un servicio mucho más completo dentro de sus establecimientos, también realizan las actividades “extra muro”, es decir, salen de los locales y llegan hasta las zonas más alejadas.
Las atenciones domiciliarias normalmente se centran en los controles prenatales de las embarazadas, con la realización de pruebas rápidas de VIH, Sífilis y Hepatitis. El personal de blanco también brinda orientación en lo que hace a la planificación familiar a mujeres en edad fértil y sus parejas. En ese aspecto, ofrecen la opción del implante subdérmico, proveído por el Ministerio de Salud, a fin de evitar embarazos no deseados o planificados.
Los integrantes del equipo de la Unidad de Salud de la Familia tropiezan con una serie de inconvenientes para llegar hasta estas comunidades, siendo el principal de ellos, las condiciones de los caminos, que en su mayoría no cuentan siquiera con empedrados, complicándose aún más en los días de lluvia.
Las acciones en el marco del Programa Ampliado de Inmunizaciones también se desarrollan en las zonas nativas, con la aplicación de las diversas vacunas a personas de todas las edades, según el esquema vigente. Asimismo, en el marco del Programa Alimentario Nutricional Integral (Pani), se llevan a cabo controles completos del crecimiento y desarrollo infantil, con la entrega de leche fortificada.
La importancia de acercar servicios esenciales a comunidades alejadas y vulnerables es enorme, principalmente a las indígenas, atendiendo que algunos sectores de los nativos tienen ciertos recelos en buscar atención médica.