A modo ilustrativo, marginal tiene acepciones como todo aquel que vive, actúa fuera de las normas sociales usualmente aceptadas. También es relativo a lo irrelevante, de opaca importancia. Al menos como adjetivo se califica a la perfección a todos los concejales municipales que no cumplen con obligaciones legales y morales.
Y puntualmente en Ciudad del Este, sigue vigente la moda de someterse siempre a los intereses políticos particulares de ejecutivos y de la malvivencia propia que reditúa en llenados de bolsillos con plata ajena.
No se discute la adquisición de elementos básicos para la operatividad de la institución municipal esteña, como la referida a la licitación para útiles de oficina, pues hay parámetros como para argumentar necesidades operativas administrativas. Ahora bien, aprobar sin siquiera analizar de manera puntillosa el uso de más de 8 mil millones de guaraníes, no es solo cuestionable, sino criminal.
Concejales marginales completan la organización mafiosa de parásitos, que viven a costa del dinero de los contribuyentes, lamiendo botas de quien desde la opulenta mesa del robo de la cosa pública lanza migajas para alimentar codicias de brutos.
La Junta Municipal de la capital del Alto Paraná, no es más que un teatro con malísimos actores, que ni siquiera fingen labores de control, desoyendo rechazos por mediocridades e inmoralidades. Los oficialistas en el Este son tan o más marginales que antecesores a los que descalificaban por el incorrecto uso de la cosa pública. La incoherencia es notoria de quienes ayer, desde el anonimato político, se rasgaban las vestiduras ante dudas de transparencia en la comuna, hoy son los que cubren con mantos de impunidad a la delincuencia del Intendente, deleitándose de lo sucio.
No existe forma de desvirtuar hipocresías, pues lo que se ve y se confirma es inmoral e ilegal.
El ciudadano casi nunca es representado desde el legislativo local, por lo que todo queda en discrecionalidad y libertinaje de mentes que operan al ciento por ciento para el lucro con dinero ajeno.
Ignorantes, soberbios y de mala vida, pareciera la descripción de internos de una penitenciaría, pero más bien son ediles del municipio más importante del interior del país, por lo que mínimamente genera escozor en gente que se preocupa y ocupa de su propia suerte.
Al no corresponder con funciones fundamentales, la Junta es una dependencia inútil, no teniendo sentido para la comunidad que se siga teniéndola.
De hecho, no es un vicio nacido en la presente gestión, pues al menos en los últimos 20 años se repite el zoológico de alimañas, de alto costo para la ciudad y de improductividad manifiesta.
Pero es el pueblo el que debe forzar esta “desinfección”. Pues las plagas si no son combatidas proliferan y generan mayor daño al bienestar general. Forzar a esta limpieza es menester ciudadano, por lo que si no se representan genuinas voluntades populares, el primer paso es exigir y el siguiente destituir. En las elecciones deberá primar la memoria, de modo a recordar quiénes y qué hicieron, pues por desvergüenza, los hoy concejales volverán postularse. El lugar de marginales nunca debería ser un estamento público, salvo que sea la cárcel.