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Conflictos entre codiciosos

En muchas ocasiones se busca dar ropajes de patriotismo a tonos elevados manifestados ante la opinión pública sobre determinados temas de contextos del poder, pero siendo nada más ruido para beneficio particular. Y es así que se tuvieron denuncias de hechos irregulares, posiciones supuestamente firmes ante despropósitos, y un populismo de primera fila en escenarios de debates. Pero todo es nada más que show, intentando quedar bien ante los medios y luego negociar por debajo de la mesa algún cargo, o dádivas.

Y en ese panorama, se presenta el nuevo espectáculo circense entre legisladores del mismo partido, que se relamen públicamente por presuntos “ninguneos” y perjuicios en quién sabe qué tipo de negociados.

Lilian Samaniego y “Tony” Barrios son los protagonistas de la escena de lo absurdo. Donde se hace conferencia de prensa para no aclarar nada, pero para apuntar al malvado de la película, que no se sabe si es de ciencia ficción, drama o delincuencia.

El “copamiento” denunciado, ni siquiera es mencionado por la oposición, por lo que el resultado es algo controvertido y poco explicado si se mira en lo macro. ¡Que raro hablar de desprecio teniendo a centenares de “amadrinados” en la función pública!. Colocar y sostener a parejas que no tiene el mínimo perfil para la diplomacia, y superar 10 años como cónsul paraguayo, no es muy de defensa de los principios democráticos, y menos reunir rasgo alguno de interés por el pueblo. Mucho auto halago.

Hay demasiado cuento chino en autocatalogarse como portadora de la bandera de la justicia y del beneficio para el país.

En efecto, en la Cámara de Senadores, estos dos personajes de esa fauna, no suman en lo genuinamente relevante. Se debe tener cara de piedra para lloriquear por falta de protagonismo en el poder, estando hace décadas mamando injustamente de las tetas del Estado.

No hay ataque contra el género o desprecio por cuestiones partidarias. El apetito es inconmensurable por más espacios para acólitos que trabajan poco y ganan demasiado.

El conflicto es entre codiciosos, no entre paladines de la justicia.

No se necesitan presidencias de comisiones para trabajar como representante del pueblo. Hacer mercancía apoyos o negativas no erige como bueno o mejor, sino como mercenaria. De la misma forma, ser “cancerbero” es función de un mediocre hambriento.

Penosamente sobresalen peleas por propósitos personales. Ojalá se tuviera la misma energía exigiendo y construyendo elementos legales para combatir la inseguridad, para mejorar la salud pública y concretar espacios labores.

Se tienen más razones para castigos que para premios, por lo que vociferar es como lanzar un boomerang.

Lloriqueos por preponderancias es un mal que no cabe, más todavía para integrantes de clanes familiares que sin méritos académicos, sin trabajo efectivo y sin alta honorabilidad, siguen disfrutando de los recursos del Estado como forma de vida. Se necesita de verdaderos patriotas, no de oportunistas. Que la pelea sea por y para el pueblo.

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