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Correctos guías

No haciendo defensa a ciegas a la teoría de Platón que concluía sobre el manejo del Gobierno, pero sí se resalta la importancia de que personas aptas y de perfil apropiado estén en estamentos de relevancia.

Debido a tantas malas experiencias locales y nacionales, no sería un error que los mejores estén al mando del “barco”, ya que los timoneros no precisamente brillaron por eficiencia y ética.

Todos los rubros establecidos como tutelados por el Gobierno dentro de un Estado, tienen áreas especializadas, generadas para optimizar labores que tengan como consecuencia la solución de los males específicos. Es así que en salud, deben estar profesionales del rubro, en ambiente cuanto menos ingenieros ambientales, en obras los de profesión relacionadas, en cuestiones económicas y tributarias formados en la materia  y así sucesivamente. Siendo una cuestión obvia, no necesariamente la realidad apunta que ello sea de sentido común, pues prosperan ministros, directores y jefes de organismos y entidades del Estado, en el mejor de los casos con un título universitario generalista o contrapuesto a cargos.

Resulta muy difícil que un abogado reconozca cualidades de una obra, un administrador de purificación de agua o alguien que apenas culminó el bachiller de aspectos binacionales y diplomáticos. Zapatero a tu zapato.

La obviedad hace que todo lo que se plantee, colocando a gente poco apta en lugares desde donde se brindan servicios públicos y se manejan recursos estatales, sea un contrasentido bárbaro.

No pasa por plantear una aristocracia plena, pero de mediocres, payasos y malvivientes ya se ha tenido más que suficiente, con resultados insuficientes y padecimientos innecesarios para la generalidad. Seguir dando pan al que no tiene dientes, es un desperdicio que al final tiene un impacto mucho más que en el presente, restando chances de proyectos y programas de sostenibilidad que favorezca a todos.

Si al final una autoridad, de la institución que fuere, debe valerse de asesores hasta para entender un memo, la teoría no es traída de los pelos.

Capacidad e integridad no pueden ser requisitos “no excluyentes” para designaciones en la función pública, por lo menos para espacios donde se toman decisiones.

Hay demasiada mediocridad oficial por una cuestión natural. No se puede pedir peras al olmo.

Un correcto guía tiene mayor posibilidad de dirigir hacia el destino deseado, por lo que no hay demasiadas dudas con respecto a cuanto menos elegir a gente apropiada para cargos técnicos. En la práctica, todas las dependencias estatales son especializadas, por lo que no tiene mucho de racional seguir con lo mismo.

Saber qué y cómo, es fundamental para dinamizar estructuras ralentizadas y mediocrizadas por manejos inocuos y corruptos.

Ser político debería obligar a formarse, pues en la práctica lo que buscan es ocupar estamentos de poder público, no siendo suficiente solo hacer hurras o chupar medias como título meritorio y habilitante.

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