Lo que comenzó como un pequeño experimento agrícola en la propiedad del herrero Carlos Stankwisk, terminó convirtiéndose en una curiosidad agrícola que llamó la atención en el oeste del estado de Paraná. Hace cinco años, Carlos plantó sus primeros árboles de mamón sin imaginar que uno de ellos produciría frutas gigantescas, fuera de lo común incluso para la variedad formosa.
En la segunda cosecha, Stankwisk se llevó una gran sorpresa: un mamón de 64 centímetros de largo y casi 10 kilos de peso. El árbol que dio origen a estas frutas se desarrolló a partir de una semilla proveniente del estado de Mato Grosso do Sul, y comenzó a dar frutos excepcionales después de tres años de crecimiento.
El mamón «especial», que alcanza los 3,5 metros de altura, ya había demostrado ser diferente desde la primera cosecha, cuando produjo frutos de hasta 5 kilos. A pesar del tamaño, según el productor, el sabor de la fruta era tan bueno como el de cualquier mamón convencional.
Pero fue en la siguiente temporada cuando el árbol superó todas las expectativas. Las frutas no solo crecieron en peso, también en dimensiones: una de ellas midió 58 centímetros de largo y 80 centímetros de diámetro.
El ingeniero agrónomo Felipe Cervantes explicó que se trata de una planta perteneciente a la familia del mamón formosa, una de las variedades más comunes en los supermercados brasileños. Sin embargo, estos ejemplares superan ampliamente los estándares comerciales, ya que el tamaño promedio de un mamón formosa suele oscilar entre los 20 y 30 centímetros y raramente supera los 3 kilos de peso.
