Existe un aspecto no medido en la real dimensión, y que conjuntamente con las carencias estructurales en materia de salud pública, siempre generan mayor preocupación ante pandemias y epidemias constantes, y tiene que ver con condiciones no precisamente genéticas de un sector importante de la sociedad paraguaya, atribuibles a un cretinismo de alto nivel.
Se tienen conductas repetidas de integrantes de la sociedad que concuerdan con la severa falta de sentido común, y que le genera incluso padecimientos innecesarios. Es inconcebible que haya enojos, críticas y descréditos hacia sectores científicos, por el sencillo hecho de insistirse sobre una necesidad de optar por la prevención para cortar incidencias de enfermedades conocidas.
Es una aberración que jóvenes y adultos se molesten por llamados a inmunizaciones, medidas higiénicas y limpiezas de patios, para frenar la incidencia del Covid y del Dengue con sus demás patologías asociadas.
Hay un patógeno, peor que el virósico, y que lamentablemente es permanente por opción: la ignorancia querida y defendida.
Todo quien aborrezca la prevención, padece de un cretinismo opcional, contrario al mismo instinto de autoconservación. Ni siquiera se puede comparar con los animales que se guían única y exclusivamente por el instinto.
Los inadaptados deben ser sancionados. Si la posibilidad de muerte no asusta, o no es aleccionadora, no queda más nada.
Ser “tavy” o temerarios en este tiempo, solo suma para dolor y prematuros decesos.
El interés general es superior al propósito personal de convivir con la ruleta rusa.
El país casi siempre está en tiempos de emergencia y las consecuencias de toda inconsciencia solo suman en contra.
Dolor y muerte de inocentes, es lo más penoso que puede generarse en una sociedad en pleno siglo 21, donde cuanto menos sigue el sentido común como prioridad.
La ausencia de medios materiales para asistir a los afectados por las enfermedades que una vez más colocan en vilo a la población en general, es lo que plantea el caos como inminente, en una nación como esta, donde la salud es un lujo fuera de emergencias sanitarias.
Menospreciar las consecuencias patológicas de estos virus, es lo que fortalece la posibilidad de padecimiento general.
Morir solos, sufrir solos, no es la condición humana natural, por lo que el asunto no es para minimizar o considerar exageraciones.
Los inadaptados no deberían ni siquiera existir en tiempos normales, por lo que, en este contexto, son los más notables y repudiables.
La condición humana hace a todos los seres vivos frágiles, perecederos, por lo que al menos hay que darle utilidad a la existencia terrenal.
Los que hoy repiten que todo no se trata más que intención de manipulación para “matar” a la población mundial, y experimentaron la muerte de allegados, efectivamente son cretinos sin cura. Y para colmo, al padecer enfermedades serán los primeros en pedir socorro, o al ver a los suyos sufriendo las consecuencias de lo que ridiculizaron.
Es necesario cuanto menos hacer valer el instinto de autoconservación, dejando de lado asuntos de gente sin cerebro que cree que todo gira en torno de sí mismo.
De todos depende que la incidencia de pandemias y epidemias no sean las pronosticadas, y que el luto no sea constante.