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Deberes y obligaciones del oficialismo

Fundado el 11 de septiembre de 1887, el Partido Colorado, históricamente fuerza dominante en la política paraguaya, sigue enfrentando desafíos importantes como organización política al mando del Gobierno Nacional, que en el marco de este aniversario deberían ser analizados con claridad e interés real por sus referentes actuales.

Aunque ha mantenido una hegemonía prolongada, la supervivencia y relevancia futura del partido dependen de su capacidad para renovarse y responder a las demandas de la ciudadanía, que cada vez más se muestra indignada y menos tolerante con la clase política.

Uno de los problemas más apremiantes es la necesidad de despejar de sus filas a malvivientes y mercenarios, personas que utilizan el poder político en beneficio propio, sin preocuparse por el bien común. Estos actores, a menudo implicados en prácticas corruptas, diluyen la de por sí poca confianza del pueblo en el partido y en las mismas  instituciones del Estado.

La corrupción, el clientelismo y la impunidad se han convertido en lastres que obstaculizan el progreso del país, limitando el potencial del Partido Colorado para gobernar con integridad y eficiencia.

Despojarse de estos elementos es innegociable para la supervivencia de la organización partidaria a largo plazo. Los sectores más jóvenes y progresistas dentro de la organización deben ganar protagonismo, promoviendo una agenda de transparencia, justicia y desarrollo sostenible. A su vez, el liderazgo debe tomar medidas drásticas y decididas para apartar a los corruptos y poner fin a las redes de influencia que solo sirven a intereses particulares. Esto al menos si prima el propósito de recomponerse y cumplir con preceptos fundacionales.

El desafío del Partido Colorado no es solo preservar el poder, sino transformarse en una fuerza política que represente auténticamente los intereses del pueblo paraguayo.

La ciudadanía exige un partido que abogue por una mayor equidad social, un desarrollo económico inclusivo y un Estado de derecho fortalecido. Si el partido no enfrenta esta realidad, corre el riesgo de perder relevancia en un contexto en el que la población está cada vez más desencantada con la clase política tradicional y dispuesta a apoyar alternativas que ofrezcan un cambio real o al menos por el sencillo acto de cambiar por cambiar. El hartazgo por la delincuencia apoyada por el partido, no es un hecho menor u olvidable, por lo que seguir en impunidades por corporativismo solo suma en contra de la vida política, pues se asocia directamente a la afiliación con el clisé para el robo de la cosa pública.

La capacidad del coloradismo para mantenerse al mando del Gobierno paraguayo dependerá de su disposición para aggiornarse internamente, limpiando sus filas de ligados al narcotráfico, y de toda clase de malvivencia,  adoptando una política más ética y orientada al bienestar común. La responsabilidad al ser partido oficialista incrementa deberes y obligaciones que deben ser correspondidos.

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