La falta de acción o desinterés ciudadano sobre asuntos de relevancia general, origina la mediocridad oficial, e incluso con su silencio permitiendo casi siempre que las definiciones sean tomadas por minorías.
Si la atención ciudadana no se centraliza sobre propias necesidades generales, más allá de las redes sociales, incluyendo en la elección de representantes para ejercer cargos de poder que están periódicamente en disputa, entonces se seguirá apostando por lo mismo.
Cuando los referentes políticos sobresalen por lo incorrecto y el despilfarro, no precisamente se habla de buenas gestiones, pero por sobre todo dice mucho del nivel de apatía ciudadana, que permite y hasta fomenta sus propios males.
No es muy coherente repetir selecciones de protagonistas de la malvivencia y el derroche del dinero del pueblo. Es algo poco racional dar espaldarazos partidarios para permanecer al frente de instituciones a quienes solo expusieron hurras como mejor cualidad.
Pesa mucho el desinterés comunitario, pues ello impulsa que temas de importancia social sigan siendo manipulados y encuadrados como hechos ajenos a lo correcto.
El desinterés ciudadano en exigir que sus representantes cumplan con obligaciones hace que se tenga el panorama actual reiterado, de poco para el pueblo y mucho para clanes familiares que viven como parásitos del Estado.
Desde las internas de los partidos políticos se eligen con mínima participación, con lo que se deja que históricamente una minoría elija por una mayoría apática.
Comparando el universo poblacional con votantes efectivos, confirma lo planteado que las minorías se imponen.
El pueblo no tiene respaldos, pero mayormente por propia inoperancia.
En ningún caso cuesta revelar verdaderas facetas de quienes en teoría son representantes de la ciudadanía, por lo que es un absurdo seguir con la misma mediocridad.
La comunidad abandonada a su suerte o a la mirada de sus dirigentes, tiene a integrantes poco participativos, rondando lo inútil por no asumir su posición de patrón.
El producto seguirá siendo el mismo, pobre, de baja calidad, si no se cambian a los parámetros de exigencias.
El pueblo es el verdadero dueño del poder, por lo que es momento de exigir de una buena vez que cada quien responda a los intereses generales, y ya no particulares.
Las acciones minúsculas o esporádicas solo se dan por que la ciudadanía no los impulsa como regla ineludible.
Siguen siendo propietarios del poder políticos y sus familiares, mientras el pueblo permanece inerte.
No se puede seguir aceptando todo, someterse a todo, y solo en redes sociales manifestar molestias. A cada tanto se dan posibilidades constitucionales para cortar de raíz vidas políticas mediocres, pero ni siquiera se cumplen con deberes del sufragio, por lo que los reclamos no salen de casas.
Ello solo sirve para fortalecer minorías y seguir en lo mismo.
Pareciera que el pueblo ni se da cuenta de lo que ocurre en su entorno, facilitando irregularidades, inacciones y mediocridades institucionales, siendo esta realidad la que debe cambiarse, si de veras se quiere un país mejor para la generalidad.
Todo depende del ciudadano, de su protagonismo y acción.