Generar un espectáculo populista mostrando el eventual antídoto para solucionar un problema puntual como el transporte público de pasajeros, pero obviando el jeringazo necesario para aplicarlo, es una de las astucias estruendosas de autoridades de la Municipalidad de Ciudad del Este, que solo pudo haber generado aplausos en un sector minoritario que de sentido común está despojado.
Presentar buses eléctricos, adquiridos por cientos de millones de guaraníes salidos de las recaudaciones de impuestos ciudadanos, no cobrando por el servicio al pasajero por un par de días, para luego sí imponer costos por su uso, es una bofetada al contribuyente de igual tamaño a los baches existentes en casi todas las arterias de la capital departamental.
No existe manera de rebatir el absurdo, pues nada más haciendo uso de la sencilla lógica, uno puede captar que no es meritorio comprar colectivos con dinero del pueblo y encima exigir al mismo pueblo que pague por ser “bendecido” cuando lo utilice. ¿Dónde está el beneficio para los usuarios?
Golpes mediáticos sobreestimando labores, mostrando puntas de icebergs de tremendas barrabasadas y auto catalogándose como la gran cosa, solo pueden hacer efecto en personas que felicitan al cajero automático por entregarle su propio dinero. Es espantoso lo que se intenta hacer creer desde la administración comunal, no pudiendo ser tolerado por la ciudadanía que una vez más es estafada sin rubor de los protagonistas del absurdo.
Lo destacable sería que el servicio prestado sea gratuito, o al menos reducido en 50 % al costo habitual de las demás firmas privadas. Sería bueno que esto sea explicado al intendente Miguel Prieto, que al parecer vive en un frasco tan oscuro que lo incapacita diferenciar lo correcto de lo incorrecto, y la payasada de lo útil.
Veinte buses no solucionan ni siquiera el 10% de la necesidad de transporte de la gente del Este, y encima hay que pagar por las unidades y también el pasaje. No parece a priori un buen negocio, al menos para los intereses del pueblo.
El intento de embaucar lanzando cortinas de humo con populismo barato, culpando a otros de propias obras de dudosa legalidad, chicaneando a la justicia para evitar transparencias, y bravuconeando como prueba contraria, es tan pererĩ como los recapados de la famosa planta asfáltica.
Las burlas no son simpáticas, y menos cuando la tomadura de pelo afecta a quienes tenían una mínima esperanza de que las cosas mejoren para los de menores recursos, y que al menos en pasaje se pueda economizar. Los servicios públicos deben ser accesibles y de calidad. Si no lo son, entonces no tienen nada destacable y menos de sobrenatural gestión institucional.
Las municipalidades deben responder a las necesidades ciudadanas y cada guaraní utilizado debe ser planificando mejorías y soluciones a los requerimientos de la sociedad. El dinero es del pueblo, no de administraciones, por lo que su uso a más de la transparencia, debe ser encaminado a impulsar calidad de vida de los habitantes de la ciudad.
La mediocridad y el dolo merecen ejemplares castigos, trasladándose esta relación no solo a comunas, sino también a la Gobernación del Alto Paraná y al Gobierno Nacional.