Fecha Actual

El crimen organizado sigue superando a las fuerzas de seguridad

Por concepto generalmente aceptado, el crimen organizado es el grupo “estructurado, que se asienta en el tiempo y actúa de forma conjunta para cometer delitos”, estando presentes en todos los países de mundo. Sería el eslabón de mayor relevancia dentro de la delincuencia, pues están hasta estructurados y con rubros definidos de lo ilegal, hasta con códigos de ética, como el silencio o la muerte.

Desde terrorismo, hasta el robo de celulares, estos grupos operan no precisamente por inteligencias superiores, sino por la mediocridad en materia de seguridad pública.

En Paraguay quedó demostrado en innúmeras ocasiones, hace décadas, que los delincuentes están siempre dos o tres pasos delante de la inteligencia, sea especializada o la ordinaria de los estamentos policiales. Desde tomas de comisarías por criminales del EPP, hasta el sitio de toda la ciudad por el PCC, se han vivido episodios de terror y de total desamparo del Estado.

Las sucesivas muestras de que se puede hacer de todo si se planifican medianamente unos hechos criminales, alientan a cualquier grupúsculo de rateros para emprender acciones en perjuicio de empresarios, comerciantes y el sencillo trabajador. Si no existe severidad en el control y acción policial, se incrementará la insolencia de la malvivencia. No hay ni temor en enfrentar a la policía que debe manejarse con vetustas armas de fuego, y sin pertrecho necesario. A más de la voluntad, debe existir inversión genuina en equipos para los agentes, utilización de tecnología apropiada, caso contrario será imposible hacer frente al crimen medianamente organizado. Si presos pueden adueñarse de las cárceles, los que están en libertad pueden seguir paseándose como en sus respectivas casas.

Es un problema de antaño la falta de pertrecho correcto y sostenible en la Policía Nacional, por lo que nadie en su sano juicio pondrá pecho gentil con arcaicos medios.

Y en el sentido de prosperidad de la marginalidad y pobreza en seguridad oficial, se tiene como principal personaje a la corrupción, que es también fortalecedor del crimen. La corrupción interna, donde agentes policiales son delincuentes, así como la corrupción política, donde senadores, diputados y ministros, en muchos casos, son patrones de traficantes y matones. Es complicado establecer una lucha real contra lo ilegal, siéndose promotor de ello.

El problema es integral, y si se quiere hasta existencial. Y los que padecen guardan silencio, por temor.

Si no se corta este ciclo de desidias y podredumbre, no existe forma de equilibrar la balanza y de reestablecer el orden correcto. Para que se opere en ese sentido, se necesita de un líder con todas las letras, un patriota de valor, que solo tenga como superior mandate a la gente honesta.

La integridad de los representantes es otro concepto aún ausente en las mayorías legislativas, que son el estamento que hace llegar la voz del pueblo y establecer elementos de custodias de los bienes y las personas. Existe mucho por cambiar para mejorar al menos en lo básico de lo que se conoce como seguridad. Es obligación gubernamental el establecimiento del orden y asumir la vergüenza de ser constantemente superados por ratas. Actuar en consecuencia, invertir eficazmente el dinero del pueblo para el imperio de la ley, y deshacerse de lo inmundo institucional, sí tendrá efecto esperado. La inseguridad es transversal, por la permisividad y complicidad oficial. Hasta tanto no se combata vicios de inmoralidad y desatino, el crimen organizado seguirá superando a las fuerzas de seguridad.

Compartir:

Artículos Relacionados

Scroll al inicio