Lo publicando sobre el esquema de emisión de facturas, antes que incluso se inicien obras en Ciudad del Este, utilizando a las comisiones vecinales para beneficiar a empresas amigas y beneficiarse así mismo, solo reconfirma que la corrupción nunca se ha ido de la comuna esteña.
Y si bien no hay crimen perfecto, la codicia desactiva la completa inteligencia por las ansias de dinero fácil y rápido, por lo que hace más evidente aún la malvivencia con aval de la jefatura comunal, pues de antemano contar con rendición de cuentas, incluso previo a la existencia de una obra, es estúpido o mejor dicho delincuencial.
Y como se reveló mediante organizaciones que velan por el correcto uso del dinero del pueblo, el modus operandi se repite en varios casos de entrega de dinero para obras. No pasa por una cuestión de extrema excelencia para dar providencias a todos los casos el hecho de muy anticipadamente tener en carpeta documentaciones, convocatoria a miembros de la comisión y la firma de órdenes de pago, contratos de transferencias, rendiciones de cuentas, recibos de dinero, cuadros comparativos de ofertas, invitaciones a empresas contratistas para que presenten sus proposiciones monetarias. Ni el más ingenioso administrador, ni el mejor contador, al menos en términos legales, es capaz de prever el futuro y escribir en base al mañana.
El fraude es tan burdo, que no se respeta ni el más básico criterio de administración pública, quedando en evidencia por los mismos sellos de cajas. Las explicaciones deben ser coherentes, y en asuntos públicos, el orden de los factores, sí altera el producto.
No hay errores cuando la intención prima, por lo que las acciones en consecuencia tampoco deberían quedar en la nada.
Hay una tremenda deuda con la transparencia en la Municipalidad de Ciudad del Este, siendo cada vez menos disimulable, pese a bravuconadas del intendente Miguel Prieto y de las chicanas planteadas para evitar lo inevitable.
Con el populismo no se corrigen errores, y si en verdad hay propósito de caminar por la vía de lo correcto, tomar medidas severas es de competencia, antes que salir a gritar que los malos falsean realidades.
Seguir con la misma impostura solo coloca a los prietistas en el mismo nivel de zacariistas.
Obviar hechos es de necios o de marginales consuetudinarios, por lo que Prieto tiene la obligación de decidir por romper el vínculo vicioso con delincuentes de guante blanco, si desea salvar su pellejo.
Hay un descalabro institucional que acorta paciencias ciudadanas y acerca mucho más a sanciones legales ganadas por méritos propios.
Al menos debería dar vergüenza en quienes sí tienen buenos propósitos para con la ciudadanía todo lo que va desparramándose a la opinión pública. Correcciones severas no son opciones, sino obligaciones para todo quien está al frente de una institución tan importante como la Municipalidad de la capital departamental.