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El mensaje para todos los paraguayos

Los días del novenario en honor a la Virgen de Caacupé, a más de la muestra de fe de quienes profesan la religión católica, han sido momentos de mensajes desde el púlpito, destinados para actores políticos, sociales y religiosos. Realidades lacerantes, ineficiencias y la casi inmortal corrupción fueron una vez más desarrolladas desde la óptica de la Iglesia, así como las necesidades y sugerencias para combatirlos.

Pero la vista y los dedos acusadores no solo fueron para los del poder, no solo se han tocado las llagas del Jefe de Estado, de diputados, senadores, gobernadores e intendentes. Los mensajes también son para el ciudadano que vive esa misma fe y para quienes son protectores de la moral y las buenas costumbres.

Se habló de la indiferencia religiosa, del secularismo, del relativismo ético, de promotores de las violaciones del derecho a la vida, y los que motivan el desinterés por la pobreza. Y ahí el mismo prelado Ricardo Valenzuela, Obispo de Caacupé, enfatizó que “no podemos menos que preguntarnos cuáles son nuestras responsabilidades”. “Confesemos, con mayor razón, nuestras responsabilidades de cristianos por los males actuales”.

En el contexto de la responsabilidad ciudadana, es fundamental reconocer que los individuos tienen un papel activo en la configuración de sus destinos y en la construcción de una sociedad mejor. Y a ello se refería en torno a analizar realidades que por reflejo, nos lleva a mirar solo a actores que sí tienen alta responsabilidad en las penurias sociales, pero no son los únicos.

Cada ciudadano tiene la responsabilidad de tomar decisiones informadas y conscientes que afectan no solo su vida personal, sino también la de la comunidad en la que vive. Esto incluye cumplir con deberes cívicos como votar, respetar las leyes y participar en actividades comunitarias. Al asumir deberes y obligaciones derivadas de cada acción o inacción, se puede influir positiva o negativamente en el entorno y mejorar o empeorar la “suerte”.

La suerte de una persona no está aislada; está entrelazada con las acciones de los demás. La participación activa en la sociedad, ya sea a través del voluntariado, la educación o la defensa de causas justas, puede crear un ambiente más favorable para todos. Un ciudadano comprometido consigue catalizar cambios positivos que beneficien a la comunidad y, por ende, mejorar su propia suerte y la de los demás.

Escuchar con objetividad mensajes de líderes religiosos es para sí, pues no hay mal que se genere y prospere unilateralmente.

Las circunstancias económicas, sociales y políticas afectan significativamente el bienestar de una persona. Por ello, la responsabilidad ciudadana también implica abogar por un sistema más justo y equitativo que brinde oportunidades para todos.

La suerte o mala suerte es un equilibrio entre la acción individual y la influencia colectiva. La indiferencia hace que crezca la inseguridad, la falta de trabajo, el robo de la cosa pública. Sin control, reclamo y praxis ciudadana los facinerosos hacen lo que la sucia mente les indique.

La presente realidad  es un reflejo tanto de acciones personales como del compromiso colectivo con el bienestar de todos. Los malos líderes inciden solo en la medida que se los permite, por lo que visualizar todo el medioambiente social, será medicina para examinaciones más cercanas a la realidad y por ende actuaciones apropiadas. El mensaje para la totalidad de paraguayos es claro y verosímil. Rogar a Dios y a la Virgencita por mejores tiempos, por mejores conductores del país, solo vale si se pone en práctica acciones consecuentes.

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