El privilegio como país de tener una población promedio bastante joven, representa un potencial sin igual para seguir con el progreso sostenido, encaminado a lo que la población anhela, que todos estén mejor.
Y en ese sentido, se vienen marcando trayectos importantes, pero aún esporádicos, en la utilización de espacios importantes como para que la juventud realmente sea la fuerza cambiante para dejar atrás viejas prácticas que trasgreden el objetivo del bienestar general.
Dar crédito a esta generación no es un error, por el contrario, es el cimiento requerido para renovaciones que abran paso a tiempos mejores. De ahí la trascendencia de que tomen la posta en estamentos sociales, desde dónde puedan desarrollar ideas renovadoras y que den soluciones puntuales a problemas poblacionales.
Solo encasillar a la juventud como de inconductas o irresponsabilidades es pecar de necios, y no ver que el presente muestra que los de esta franja etaria, al tomar mayor protagonismo, dan lecciones irrefutables que existen maneras distintas de hacer las cosas para bien.
Hace un tiempo se tiene una iniciativa diferente de la juventud, con manifestaciones, reclamos y deseos de colaboración en la vida política. Es así que se conformaron grupos dedicados a la solidaridad, no solo dando aliento, sino construyendo soluciones a problemas de vivienda, de formación intelectual, de asistencias sociales, contención y apoyo psicológico, de recuperar patrimonios históricos y dar parámetros claros de transparencia del uso del dinero público.
Se siente una presencia interesante, quizás por algo más de oportunidades que anteriormente no se fomentaban, y por sobre todo no se permitía. La necesidad de renovación total de las fuerzas vivas y del ámbito del poder político, es urgente y otro camino a potenciar con los celebrados en la fecha. Jóvenes rebeldes con causa, con valentía y deseo inclaudicable de patriotismo que sean motor que impulse hacia nuevos tiempos. Casi nunca se apoyó el despegue de los jóvenes, pero aun así han brillado en el deporte, en las ciencias, innovación y el saber.
Son el presente, por ello se tiene en este tiempo a grupos completos dedicados a buscar amainar las necesidades de carenciados, a asumir su rol de líderes de comunidades y por sobre todo ganar su espacio cívico. Hay que potenciar la construcción de la generación que permitirá mejorar la sociedad, y ello requiere que todos se aboquen en el celoso deber de cuidarlos en su formación y educación. La aspiración a una “primavera” en el país, depende en mucho de lo que se brinde a la juventud ávida de aportar para lo útil.
Para cualquier Nación, una juventud sana es una garantía de no estancamiento, por ello es relevante motivarla y hacer que efectivamente sean el ideal engranaje de fuerza sin trabas para empujar al país al progreso pleno. La juventud que marque un antes y un después.
Que la estación de las flores, la primavera, traiga matices renovadores para el Paraguay, de la mano de quienes constituyen históricamente protagonistas de los cambios más importantes en la historia de la humanidad.