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El necesario escarmiento a ediles improductivos

Existe una inconducta tan repetida como dañina, protagonizada por legisladores municipales, que resulta en la desobediencia a obligaciones propias del cargo y la incansable búsqueda de propios intereses a costa de la representación.

Pese a que no se trata de ningún descubrimiento, lo que si llama la atención es la poca reacción ciudadana ante la mediocridad de las juntas municipales, teniendo en cuenta que se trata del principal filtro y garantía de la transparencia en el uso de bienes del pueblo.

Al menos debería molestar a la ciudadanía que razona las posturas  de la mayoría de los concejales, quienes se niegan a cumplir sus funciones en base a la propia ley orgánica y al rol natural de un edil.

El vicio de lo que no corresponde es inalterable en casi la totalidad de las corporaciones legislativas, pues sus integrantes asumen que la obsecuencia debe ser a quienes les dan dinero a cambio de aprobar asquerosos robos de la cosa pública, dejando de lado a la misma ley. Ya ni siquiera se finge representar intereses generales, pues no hay acciones en consecuencia.

Repetidamente los concejales prefieren congraciarse con líderes políticos y ser aduladores, al fiel estilo de ignorantes, chupamedias, inservibles.

Al menos se debería reflexionar, salirse del automático de solo criticar en el anonimato, sobre los efectos que genera salirse del interés por transparentar, controlar y ocuparse de todos, pues al final siempre el afectado es el pueblo.

Abandonar una obligación por el que reciben altísimos salarios, es dejar sin elemento de acción a la ciudadanía, al menos directamente, por lo que es hora de articular respuestas contundentes que hagan saber que no se es estúpido. Escarmientos son necesarios.

Cada legislador de ciudades se debe a su función, no a intendentes y menos a la fascinación por el dinero fácil.

Los concejales están compelidos en responder en conformidad a lo correcto y útil para la mayoría.

Las juntas municipales son inútiles, totalmente innecesarias en el presente, pues al no cumplir respectivos roles, solo representa una carga innecesaria. Nido de ratas.

Juntas manejadas por nefastas figuras, por chonguismos, y pordioseros, nunca podrán ser efectivas.

A modo de recordatorio, los concejales deberían tener interés sobre cualquier cuestionamiento que surja de la población, verificar con objetividad rendiciones de cuentas, y velar única y exclusivamente por la transparencia y correcto uso del dinero de contribuyentes. La mayoría de ediles se comportan como rameras y rufianes.

Una Junta con mayoría sometida a ciegas a ejecutivos, no es más que una farsa. Un legislativo sometido a oposición por oposición, no es más que una asociación ilícita para delinquir. Los extremos solo perjudican.

Los concejales municipales que no cumplen con obligaciones legales y morales, son los propulsores de la impunidad y malvivencia con dinero de la gente. Son tan o más bandidos que cualquier ladrón de baja monta y por lo tanto merecen ser tratados como tales.

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