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El respeto a los acuerdos internacionales

El Mercosur busca la construcción de un mercado común que elimine barreras arancelarias y comerciales, que facilite el libre flujo de bienes, servicios y factores productivos entre los países miembros. El bien de todos.

La adopción de un arancel externo común para las importaciones extra bloque, apunta a proteger las industrias locales y a promover el comercio interno, siendo este cimiento de todos los estamentos similares.

Siguiendo con lo teórico del acuerdo de Asunción, además se pretende que se  trabaje en conjunto en áreas como la cooperación política, social y cultural, fortaleciendo los lazos entre sus países miembros. El bloque cuenta con mecanismos para resolver disputas comerciales y de otra índole entre sus miembros, con la consigna de manejar diferencias.

Bueno, luego de este marco teórico, viene la realidad. La historia confirma que desde el nacimiento del Mercado Común del Sur, se ha atravesado por tremendas dificultades para desarrollar los criterios de unidad regional, siendo perjudicados casi siempre los países menores, es decir Paraguay y Uruguay, por imposiciones de los “socios” más poderosos, Brasil y Argentina.

El Mercosur debería desempeñar un papel crucial en el fomento del comercio y la cooperación regional en América del Sur, pero hasta la fecha se tienen más desafíos que objetivos logrados.

Y ahora se acrecienta la posibilidad de mayor distanciamiento de las bases del Mercosur, pues como es hasta lógico, se prefiere beneficios inmediatos para propios y no para extraños.

La inminente crisis del bloque es un hecho palpable. Si Argentina decide negociar por su cuenta con otros países, las implicaciones para el Mercosur podrían ser significativas, pese a lo de “todo dentro del Mercosur, nada fuera de ella”.

La presión de Argentina para flexibilizar acuerdos de libre comercio, no es más que definir avales para negociar de manera independiente. No siendo algo nuevo, pues ya se tuvieron experiencias similares. Cada paso igual, debilita la cohesión del Mercosur, ya que cada país miembro podría seguir ese ejemplo y buscar acuerdos bilaterales. Así la desintegración del bloque será una posibilidad.

Si no hay una solución salomónica, se podría acrecentar conflictos internos dentro del Mercosur, ya que los asociados tendrán intereses comerciales divergentes que dificulten la toma de decisiones conjuntas.

Si finalmente Argentina concluye negociar por su cuenta, se manifestará con más fuerza su menor compromiso con los objetivos comunes del Mercosur.

La capacidad del Mercosur para negociar acuerdos comerciales con terceros países podría verse afectada, ya que la falta de unidad entre sus miembros debilita su posición en las negociaciones internacionales.

Un acuerdo internacional se cumple, y no se puede romper solo por la premura de un Jefe de Estado “loco” por beneficios a corto plazo, con indiferencia hacia los demás componentes. Que dicha nación negocie por su cuenta, perjudicará a todo el bloque, y profundizará lo de por sí  ya se encuentro débil.

No se discute jamás la autodeterminación de las naciones, que es un principio fundamental del derecho internacional y de la misma ética política que sostiene que todos los pueblos tienen el derecho a determinar libremente su condición política y perseguir su desarrollo económico, social y cultural. Pero solo visualizar este punto, obviando que hay compromiso legal con todo el Mercosur, es canallesco.

El Mercado Común del Sur puede mejorar mediante la implementación de reformas y estrategias que promuevan una mayor integración económica, política y social, fortaleciendo así su papel como un bloque regional competitivo y cohesionado, no cada quien por su lado. Si la consideración pasase por el “costo-beneficio”, Paraguay hace mucho ya hubiera abandonado la asociación.

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