La histórica Escuela Básica N° 5.432 “Santa Catalina”, del Barrio Ciudad Nueva de Ciudad del Este, cumplirá 31 años de vida institucional el próximo 25 de noviembre, con salas de clases deterioradas, donde unos 230 alumnos, entre el jardín y el 9° grado, deben pasar muchas penurias en días de lluvia, debido a las aguas que se escurren por las paredes y el techo. Hace seis años fue la última vez que la institución recibió alguna una obra con recursos del Fonacide.
Si bien presenta una estructura de dos pisos, la realidad edilicia de la institución es muy preocupante, al menos es lo que pudo observar el equipo del Diario Vanguardia que visitó el colegio en la tarde de ayer, siendo recibidos por la directora Antonia Miranda. El colegio lleva varios años sin ser beneficiado con un solo guaraní de los recursos del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo.
“La última obra que recibimos fue en la administración de Sandra McLeod, cuando nos construyeron los baños sexados y realizaron algunas reparaciones. Luego ya nada del Fonacide”, reveló la directora. La obra mencionada es del año 2016, cuando la intendente de la época ejecutó una licitación para construcciones de aulas, baños y reparaciones varias en distintas instituciones educativas de la capital departamental, entre ellas, los baños de la Escuela Santa Catalina.
“Lo que sí recibimos es sillas y mesas. Este año la municipalidad nos entregó cerca de 100, pero en infraestructuras importantes con el Fonacide no recibimos nada. La última vez fue con Sandra y luego más nada”, destacó.
TANQUE DE AGUA Y AULAS
Durante el periodo del finado Jotvino Urunaga, ex gobernador del Alto Paraná, se instaló un tanque de agua en el predio de la institución educativa, pero que también alimenta a un sector del barrio Ciudad Nueva. “El tanque funciona bien, la falta de agua no es recurrente gracias a Dios, pero no es exclusivo de la escuela, también conecta con las casas vecinas”, apuntó.
Otra obra que dejó Urunaga es la construcción de tres aulas en el segundo nivel del colegio, sumando un total de 10 salas de clases para los niveles desde el jardín y preescolar, primer, segundo y tercer ciclo. “Tenemos 230 alumnos actualmente, con un promedio de 25 a 30 por clase. La mayoría asiste de mañana y solamente el segundo y tercer grado lo hacen de tarde, por la disposición de las aulas”.
PAREDES Y TECHOS ESCURRIDIZOS
La mayoría de los más de 200 estudiantes deben pasar muchas penurias en los días de lluvia, principalmente las más intensas, como se tuvo en las últimas semanas en la capital departamental. Las paredes y techos presentan importantes infiltraciones de agua, causando una importante humedad en el ambiente y que expone a los niños y adolescentes a que sufran enfermedades respiratorias, principalmente.
“Presentamos un pedido de reparación de la loza, principalmente en las aulas donde hay muchas goteras y humedad por las paredes. Ya hicimos el pedido al Consejo Distrital de Educación, pero tenemos que esperar a ver en qué puesto de prioridad nos ponen, porque sabemos que hay otras instituciones que están iguales o peores que nosotros. El pedido lo hicimos para la micro planificación del periodo 2024, ya no vamos a llegar para este año”, apuntó Miranda. “También pedimos que nos construyan un tinglado en el patio, principalmente para el ingreso, así como la cancha de los chicos para que puedan recrearse”, acotó.
PRIETO APORTÓ 20 METROS DE ESPACIO
Además de sillas y mesas pedagógicas para la institución, el gran aporte de la administración municipal de Miguel Prieto, desde su asunción en el año 2019 hasta hoy día, es el de ceder 20 metros más de espacio en el ancho de la propiedad, que anteriormente solo tenía las salas de clase y un pasillo. “Era un pedido que habíamos hecho ya a otras autoridades, pero Miguel fue quien nos dio. Pero, en cuanto a obras edilicias y demás, hasta la fecha no recibimos ninguna obra”, aseveró.
La última construcción que se realizó en la institución fue ese mismo año, pero de parte de la Gobernación del Alto Paraná, bajo la administración de Roberto González Vaesken, consistente en la muralla perimetral para delimitar y proteger un poco a la escuela, que ya recibió la desagradable visita de rateros en varias ocasiones, ocasionando grandes perjuicios con los robos de computadoras, sillas y otros objetos.
Otro año lectivo se cierra en pocas semanas más y la comunidad estudiantil sigue en la espera de que los recursos del Fonacide de parte de la comuna esteña y la Gobernación del Alto Paraná lleguen a la institución, principalmente con las reparaciones edilicias que mantienen en vilo a los estudiantes, docentes, directivos y padres de familia. En medio de estas terribles falencias, la Escuela Básica “Santa Catalina” festejará 31 años de vida institucional.