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Gasto excesivo y superfluo

Por lo general cuando el dinero viene fácil, no importa mucho la forma de utilizarlo, pues se recupera sin esfuerzo. Pero esto no es aplicable, o al menos no debería estar vigente en materia del gasto público.

La Municipalidad de Ciudad del Este ha mostrado que el dinero de la gente es para “uso y abuso”, pues los filtros de control no operan, y a cambio de silencios se reciben dádivas para desperdiciar los bienes de los contribuyentes.

Celulares de alta gama, plancha a vapor, y duplicar supuestos arreglos de plazas, así como proyectar la construcción de lomadas ya existentes, son nada más algunas de las muestras palpables del descaro del intendente municipal Miguel Prieto y acólitos concejales. Mientras los funcionarios comunales suplican por el pago de salarios en tiempo y forma.

El despilfarro del dinero ciudadano ha sido regla por décadas en la institución, por lo que pareciera importar poco destapes de malvivencias venidas desde la administración. Se volvió costumbre el robo de la cosa pública, mostrando que la corrupción es una cuestión personal, no política partidaria como se intenta siempre vender.

El gasto debe ser siempre coherente. En administración pública las normas para el uso de los bienes son tan claras, por lo que se justifica que se tenga a cuestas 40 investigaciones del Ministerio Público, pues no hay error involuntario, sino despropósitos por conveniencia.

Nunca existió celoso custodio del dinero de la gente, sino codicia por su uso para beneficio propio y de afines. Pueden hacer todo el espectáculo circense que quieran, pero con ello no se puede ocultar el descalabro instalado por el excesivo desperdicio de recursos ajenos.

La falta empatía con quienes sí trabajan, es otro componente del esquema de desinterés por hacer lo correcto, que tanto se criticó en otros desde el anonimato del poder.

Pese a estar compelido por ley, el obrar debidamente quedó en discursos, para mal de la comunidad que una vez más es defraudada en su buena fe.

Hay demasiadas incongruencias de una gestión que se comprometió en erradicar viejos y nefastos vicios de anteriores líderes que desvalijaron la comuna, pero en contrapartida optimizaron la marginalidad para el mismo objetivo cuestionado.

Es indisimulable lo irregular en la labor de Prieto, con praxis delincuenciales que perjudican la posibilidad de progreso necesario en la ciudad. Se sigue apartando a todo el pueblo de lo que merece y paga por ello.

A quien no interesa las reglas y por sobre todo no valora el esfuerzo ciudadano en pagar impuestos no merecen más que castigos ejemplares, y la reposición de lo hurtado, pero de su propio peculio. Por demasiado tiempo se ha sido testigo de la desvergüenza en la gestión municipal, por lo que ya es momento de exigir obrar en concordancia a deberes y obligaciones. Ser honrado se vivencia, se pone en práctica en todo momento, no solo en escenarios de burdo marketing.

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