
La cárcel regional de Ciudad del Este sufre una superpoblación de reclusos que pone a agonizar el sistema penitenciario departamental, donde la situación es infrahumana debido a que los reclusos viven hacinados. En los pabellones las personas privadas de libertad utilizan hasta las escaleras para dormir todos apilados y buscan la manera para subsistir entre las carencias, por lo que rápidamente se unen a las facciones criminales, que ofrecen una mejor condición de vida penitenciaria a sus integrantes para poder incrementar su dominio.
Una fotografía que fue divulgada días atrás demuestra las deplorables condiciones del penal, que a su vez es una bomba de tiempo que sigue poniendo en peligro a los vecinos del barrio Boquerón, que hace años reclaman el trasladado del reclusorio a otro sitio.
Según afirmaron familiares de presos, ya no hay condiciones para seguir recibiendo internos porque los pocos espacios que hay se usan al triple de su capacidad. Los reclusos duermen en el piso, debajo de las camas o donde encuentran espacios.
Actualmente, dentro de la penitenciaría se encuentran privadas de libertad 1.850 personas, en su mayoría sin condenas firmes, esperando el lento proceso judicial que también deja sus consecuencias y contribuye para que cada vez más los pabellones estén al límite.
El índice de ocupación del penal regional es del 886% y es una de las más pobladas del país, donde también la corrupción ocupa el primer puesto por la inutilidad de su actual director Joel Durañona, que tampoco busca poner límites al flagelo que permite que peligrosos criminales incluso puedan acceder a armas de fuego.
Desde el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura señalaron que están en conocimiento de la realidad penitenciaria, donde los reclusos duermen en el piso, pasan hambre, no cuentan con asistencia de defensores legales, médicos ni psicológicos. El funcionario comisionado de la institución Orlando Castillo, manifestó que el gran problema de las cárceles es el hacinamiento y es difícil hablar de reinserción en estas condiciones donde estas personas son “carnes fáciles” para el crimen organizado. El Estado no provee los alimentos lastimosamente, sino las facciones criminales que operan dentro de los penales.

CENTRO DE REISENCION SOCIAL
El Centro de Reinserción Social de Minga Guazú, si bien es una estructura moderna capaz de alojar a 1237 personas privadas de libertad, aún no está en funcionamiento al 100% por falta de presupuesto. Durante su inauguración las autoridades anunciaron que el penal se enfocaría en reducir los índices de reincidencia, pero los programas no avanzan y las promesas quedaron en los papeles
También comunicaron que se tiene el plan de trasladar en su totalidad la cárcel regional de Ciudad del Este para dar tranquilidad a la población pero hasta el momento no hay aún un trabajo previo.
