Por lo general la población tiene memoria corta y reacciona esporádicamente cuando los medios de comunicación se hacen eco de muertes a causas de dolencias vigentes. Luego, al cesar la intensidad de publicaciones, en el mismo tenor cede la preocupación comunitaria. Y es así que se tienen epidemias permanentes de patologías prevenibles.
Llamativamente, pese a dolores y muertes causados por el Dengue, no se tiene actuación con fuerza sobre la salud preventiva.
Y es así que no cesan afectados y muertos en las últimas semanas.
La ciudadanía está nuevamente descuidando las medidas generales sin magnificar las consecuencias catastróficas que pueden sufrir. Por algo todas las enfermedades virósicas, incluida la reciente pandemia, no amainan.
Dejar de lado medidas higiénicas preventivas, es sencillamente dar vía libre para propagaciones y muertes. Prevalece la actitud criminal de mediocres e irresponsables ciudadanos.
Seguir la vida normal, sin temor, como si nada, ante la circulación viral del Covid-19, en conjunto con el dominio del Aedes Aegyptis, es el elemento necesario para que males tengan vida permanente en la región. A nivel Triple Frontera se tienen males compartidos.
Estas realidades deberían llevar a la reflexión sobre la necesidad de extremar medidas para evitar que más paraguayos sigan falleciendo a causa del mal de moda.
La inconsciencia de padres de familia que toman síntomas de las patologías citadas, como insignificantes y subsanables con “pohá ñana”, paseando con hijos enfermos por las calles, centros comerciales, templos y lugares de aglomeración, es la irresponsabilidad propia de descerebrados que sostendrán dolores innecesarios.
Varias muertes atribuibles al mosquito transmisor del Dengue, entre ellos de menores de edad, ya deberían haber surtido efecto esperado.
No se puede permitir el relajo en las acciones preventivas. Salud Pública debe seguir con el trabajo de intentar concienciar a la gente, pese a oídos sordos.
No hay dolencia que pueda ser tomada como banal.
El riesgo de la irresponsabilidad de una sola persona, puede repercutir con severidad sobre cientos de compatriotas, de allí la importancia que las medidas sean generales.
Extremar las prácticas higiénicas sigue siendo la mejor manera de prevenir enfermedades, hacerla un hábito ayudará a controlarlas.
Las familias no deben considerar con sencillez o las tradicionales automedicaciones a todo cuadro febril que presenten sus miembros.
De la misma manera, se necesita mayor capacitación de los profesionales de la salud en materia de este tipo de males presentes, pues son reiterados los equivocados diagnósticos que solo ayudan a incrementar obituarios.
No hay tiempo para nimiedades.
Los males acechan y debería hacerse costumbre estar siempre atentos. La prevención es lo único que puede dar al menos un fino marco de tranquilidad. Toda sicosis por enfermedades es positiva, pues al paraguayo, lamentablemente, solo inciden consecuencias.
La prevención es obligatoria para un país tercermundista como el Paraguay, donde la corrupción y desidia adornan la función pública. Como si no bastasen los problemas propios de una sociedad inerte, la diversidad de enfermedades acrecienta padecimientos.
