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Impostores

Existe una generalización de lo indebido en materia de manejo de los recursos públicos, que desalientan cualquier perspectiva de eventual mejoría en la ciudad, el departamento y el país, al menos desde la acción oficial.

Las experiencias, o mejor malas experiencias, confirmaron que la corrupción no es expansiva por el criterio de compartir un determinado gusto político partidario, pues no existe un solo estamento en la región que sobresalga por la transparencia en el uso de bienes públicos. Impostores, que intentan mostrar lo que no son, pero viviendo en la misma suciedad del robo de la cosa pública.

Los que más hablan, los que más acusan, resultaron ser más de lo mismo, por lo que no hay mucho que analizar sobre la generalización de la delincuencia de cuello blanco. No era mal solo de un estamento, y lo de “nunca más” se refería solo a los actores, no a la malvivencia vivificada periodo tras periodo en la gestión municipal.

Se ha mostrado que la codicia personal se oculta en tiempos de anonimato del poder, y una vez alcanzado pretensiones, se mete la mano en la lata sin rubor, y sin memoria.

Para peor de males, estos bandidos políticos, vuelven a aparecer con fuerza ante comicios futuros, aspirando más alto, para seguir con el mismo esquema mafioso. Y apadrinan a sus sucesores, con el modus operandi calcado, pues si antes se determinaba por abolengo manejos de distritos, ahora por hermandad de logias. Así se asegura impunidades y consecución de lo irregular. ¿Hay ayuda para el hijo de la viuda?

Pero todo esto se repite de manera tan perfecta, por las apuestas erróneas de la ciudadanía, que ve en quienes gritan más que otros, la posibilidad de cambios que pudieran ser beneficiosos para la generalidad. Ser embaucado en la primera ocasión, es por astucia ajena, pero en la segunda, ya es por idiotas.

Volver a apostar en los mismos es tragicómico, dar segundas oportunidades a los de la misma especie es un contrasentido.

Los que se dirigieron por la misma senda del desperdicio del dinero de la gente, no merecen ser reelectos, o premiados con cargos superiores. Un mediocre, que no reconoce limitaciones intelectuales, y que solo considera malévolo la corrupción ajena no la propia, es un pillín que desea escalar en la malvivencia de la mano de la ciudadanía incauta.

El rubro político está infestado de impostores. Actores de medio pelo, para un público que consume sin cuestionar mucho lo que le dan como alimento. Pan y circo.

El panorama para el futuro cercano no es el más apropiado, pues los salvadores son los mismos propiciadores de los males sociales.

Al final no es culpa del parásito proliferar, sino de los hospederos que no tienen la capacidad de combatir plagas que las afecta. Por lo tanto, la hipocresía, la inmoralidad en el manejo del dinero del pueblo, y la estafa a la esperanza comunitaria, tiene mucho de responsabilidad propia. El pueblo poco despierto, desinteresado, comete errores repetidos, por lo que la solución siempre está en el actuar de la sociedad. Discernir es fundamental para cambiar realidades. Inoperantes no pueden seguir teniendo vida en estamentos de poder, bandidos no pueden estar representando al pueblo, al menos que sea la poblacional penitenciaria.

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