La medida de reales propósitos está en los actos, y no en los dichos, como quieren hacer creer mediocres perorateros con cargos públicos.
Y puntualmente en Ciudad del Este, es necesario sumar como desvalor a la denigración manifiesta a trabajadores municipales, a quienes el intendente devenido a vedette, los somete a un régimen de semi-esclavitud, donde está prohibido hasta reclamar por salarios no pagados. Pero como toda copia mal hecha de déspota debe tener séquitos, existen defensores de lo indefendible, obviando realidades a cambio de seguir en espacios para ser hurreros. Cómplices de la corrupción, y miembros de la clase privilegiada que sobreviene de integrar jaurías en celo.
El lord mayor, Miguel Prieto, como es habitual, alardeó en redes sociales sobre el premio recibido como “Intendente Solidario” por una organización privada extranjera, valiéndose de un jugoso viático para el paseo, así como sus acólitos, despilfarrándose millones de guaraníes de contribuyentes. Sin entrar a discutir el valor de un premio inocuo, y que habitualmente son entregados a políticos sin reales méritos, corresponde medir la objetiva solidaridad, teniendo en cuenta que no hay dinero para pagar salarios en tiempo y forma, pero sí para excursiones de farras.
Preferir ir de parranda y llevar consigo a sus serviles, es un despropósito tan descarado como vil, que no se compadece en lo más mínimo de empleados comunales que deben en muchos casos, vivir las de Caín, mientras observan como sus referentes disfrutan de la fresa viruta sin cumplir con obligaciones legales.
Cuando una actividad no es oficial, y se trata de beneficio para angulemas personales, todo dinero del pueblo usado es un robo. Y esto viene repitiéndose no solo con Prieto y compañía, sino históricamente con administradores anteriores que hicieron vito con dinero municipal para favorecer a sus zalameros.
Todo evento que no represente interés general, no es más que espectáculo circense. Toda persona con valores básicos maneja la empatía, por lo que el derroche es una bofetada a la gente que padece por la propia mala gestión administrativa de recursos públicos. Debería dar vergüenza ponerse en pedestales ante necesidades en la propia casa.
Es necesario dar prioridad a la prioridad.
No es desconocida que esta práctica de deudas de salarios no es propia del presente, y que vino siendo implementada hace décadas por malos gestores de los bienes. Pero no hay que olvidarse que el propio Prieto fustigaba la misma en épocas del anonimato de poder, por lo que la hipocresía es manifiesta.
Nadie es bueno por hacer lo mismo y lo mínimo, por el cual se recibe salario y altos viáticos para excursiones. Poner el mismo esfuerzo que se hace para autoalabanzas en cumplir con labores de jefe comunal y de concejales municipales respectivamente, sería mucho más relevante para la ciudadanía.
El único premio al que se puede aspirar, debería ser el del deber cumplido, y no el del incremento del ego previamente negociado.