Algo similar a un guión sacado de una película de drama y terror, es lo que revela la investigación en el caso de la menor que quedó bajo el “cuidado” de una religiosa que la llevó bajo engaño para su supuesta formación como novicia religiosa en un local conocido como “Nuestra Señora de Caacupé”, en el Km 14 de Minga Guazú. Los datos desvelan que la adolescente de 16 años fue sometida a torturas físicas y psicológicas, además de trabajos forzosos durante varios meses.
Los antecedentes del caso señalan que, en marzo del 2023, la menor fue llevada por Rufina Salinas Acuña de su hogar bajo engaño, con la promesa de iniciar su vida religiosa en un supuesto convento conocido como “Nuestra Señora de Caacupé”, en el Km 14 de Minga Guazú, pero fue llevada a un lugar denominado “Casa de la Reina de la Paz”, en la ciudad de Luque.
En el lugar la misma fue recibida por la religiosa -hoy acusada por trata de personas- Olga Bogado Cubas, de 33 años, que desde un inicio la habría sometido a un régimen de esclavitud, incluyendo trabajos forzosos, servidumbre, maltratos e incluso torturas, por alrededor de siete meses. “Utilizan el hábito religioso para el engaño y según informe de la Diócesis esta supuesta congregación no está habilitada ni autorizada, tiene la prohibición de utilizar la mencionada vestimenta. Se basan en la fe de las personas”, expresó la fiscal de la causa Vivian Coronel.
Según la acusación, la adolescente sufrió todo tipo de maltratos, llegando a ser abofeteada y golpeada en la nuca constantemente, además de ser obligada a besar el suelo hasta 100 veces cuando no estaban conforme con su trabajo. De igual forma, si la joven no cumplía “adecuadamente” con sus tareas, la supuesta religiosa la castigaba colocándole basura en la cabeza y debía lavar los platos solo con trapos, sin jabones ni detergente, quedando sus dedos irritados de tanto fregar.
Pese a que la rutina impuesta por Bogado terminaba en horas de la madrugada, la misma era obligaba a levantarse diariamente a las 4 de la mañana, teniendo apenas tres a cuatro horas de sueño, iniciando con los trabajos de limpieza, además debía cocinar a leña y salir a vender torta, incluso era obligada a pedir limosnas.
Los “castigos” a la menor, que fue despojada de todos sus documentos y prohibida de mantener cualquier contacto con sus familiares, incluían golpes con cables de acero u otros. “Habría recibido muchos castigos físicos y psicológicos, tenemos la voluntad de demostrar que todo lo que el Ministerio Público colectó legalmente, ocurrió”, dijo la encargada de las pesquisas.
Seis meses después, Olga Bogado trasladó nuevamente a la víctima a la zona de Minga Guazú, quedando esta vez a cargo de Rufina Salinas, que finalmente abandonó a la menor frente al domicilio de su familia, no sin antes amenazarla e instruirle para que mintiera a su madre sobre todo lo vivido. “Su madre, al no poder comunicarse con ella pese a implorar por ella y viendo su desespero, hizo la denuncia a la comisaria barrial y es por ello que deciden llevarla de vuelta a su domicilio”, explicó.
La joven no se sintió intimidada y confesó todo el infierno vivido, por lo que inmediatamente sus familiares hicieron la denuncia pertinente. La Unidad Especializada en Hechos Punibles contra Niños y Adolescentes inició rápidamente la investigación y brindó asistencia médica y psicológica a la víctima y actualmente cuenta con pedido de elevación a juicio oral.
Conforme a la calificación jurídica, la pena puede ir hasta 15 años de privación de libertad.