La Entidad Binacional Itaipú, a más de ser la generadora de energía más importante del continente, es también creadora de una casta privilegiada, siendo particularmente botín soñado de politiquillos vividores del engaño y la estafa para recaudar en beneficio propio.
Históricamente la entidad ha sido testigo de negociados de distintos directores, superintendentes, coordinadores, jefes, asesores, secretarios, y fiscales para sus propias empresas inscriptas por testaferros, así como nombramientos de cercanos y primordialmente “cercanas” con multimillonarios salarios, al igual que ineptos en asuntos técnicos pero expertos en porcentajes a favor de bolsillos.
Itaipú ha sido una verdadera usina de despilfarro de dinero en asuntos no útiles para la generalidad, sin que nadie diga ni haga nada para contrarrestar la afrenta. Si bien es repetido el discurso de autoridades que asumen cargos de relevancia en el ente, resultará fundamental la buena utilización del dinero generado por Itaipú, así como dejar de lado la práctica acostumbrada de incrementar patrimonios irregularmente.
Otra cuestión innegociable debe ser sacudir del polvo del robo de figurar en la planilla de la entidad y prácticamente no trabajar, siendo esto un hecho tan real como la energía hidráulica.
No puede seguir siendo normal tener como trabajo ir de vez en cuando a oficinas, marcar propias tarjetas y cobrar a fin de mes. Inventar labores para lograr viáticos y hasta surtirse de agua mineral a costa de la hidroeléctrica no habla muy bien de proficuas labores concordantes con haberes.
Altos salarios para quienes tienen poca materia gris es un exagero.
La presente tarea sigue siendo cortar con aberrantes prácticas que desangran y desperdician recursos, que bien pueden ser revertidos en dar respuestas a problemas que afectan con severidad a la ciudadanía menos pudiente.
Itaipú fue históricamente el sostén político prebendario del país, pero no solo de colorados, pues también se pasearon por la entidad liberales y supuestos izquierdistas con el mismo esquema delictivo. Vivenciar slogans de honestidad, transparencia y correctos manejos, implica eliminar despilfarros e irregularidades.
Cargos técnicos ocupados por políticos guiados por sed de dinero fácil, es el apoyo firme para que el Brasil siga con preeminencias sobre la entidad. Se debe demostrar que expresiones vertidas no son más de lo mismo y que el actuar construirá el imperio de lo justo.
Existen tantas necesidades sociales, que derrochar dinero en salarios para planilleros políticos es intolerable.
Modificar viejas prácticas dentro de los entes compartidos con países vecinos, es obligación del presente Gobierno, recayendo la responsabilidad directa en directivos, que se espera desarrollen buenas labores.
Hay una parasitosis a ser combatida, desde nombramientos hasta las adjudicaciones, que son alimentados por intereses ajenos a la generalidad, perjudicando la salud de la entidad.
Reivindicar Itaipú, se entiende como gran labor, incluyendo la imperiosa necesidad de ocuparse de otro antro de corrupción, la Fundación Tesai de Ciudad del Este. Hay mucho trabajo por hacer, por lo que comenzar ya, no es opción, sino obligación.