El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que afecta la interacción social, la comunicación y el comportamiento de las personas, y comúnmente observada en menores.
Aunque el TEA se manifiesta de diferentes maneras y con grados de severidad diversos, las personas que viven con este trastorno comparten necesidades comunes que deben ser atendidas para mejorar su calidad de vida.
En el Paraguay, como en muchos otros países, y puntualmente en la región, la atención pública a las personas es insuficiente, lo que representa un reto significativo para las familias afectadas y para la sociedad. Por ello es de suma trascendencia espacios como el habilitado recientemente en Presidente Franco.
El acceso a diagnósticos tempranos, terapias especializadas y educación inclusiva para personas con el trastorno es limitado, por lo que se acrecienta la importancia de la inversión.
Muchos padres enfrentan largas esperas para obtener un diagnóstico adecuado y, una vez diagnosticados, el acceso a terapias como el análisis de comportamiento aplicado (ABA), la terapia ocupacional o la logopedia es costoso y escaso en el sistema, lo que ralentiza mejorías eventuales.
Las escuelas públicas preferentemente, por su parte, carecen muchas veces de recursos para implementar verdaderas políticas de inclusión educativa, lo que limita el desarrollo y la integración de los niños con TEA.
Se sigue generando desigualdades, ya que solo las familias con recursos suficientes pueden acceder a atención privada. En este sentido, es fundamental que el Estado paraguayo priorice la inversión en programas de detección temprana y en la formación de profesionales especializados en el espectro autista. Se avanza en la materia, y debe ser sostenida, son interés material.
Pero más allá de los desafíos en la atención pública, otro problema significativo es la falta de comprensión y empatía social hacia las personas con TEA.
El desconocimiento y los estigmas asociados al autismo contribuyen a la marginación y exclusión de quienes viven con esta condición. Muchas veces, las personas con TEA y sus familias enfrentan barreras sociales debido a comportamientos que no encajan en las normas.
Los desafíos para mejorar la calidad de vida de personas con este espectro, así como otras condiciones de neurodesarrollo, involucran a todos, por lo que es de suma importancia seguir por el camino de la atención oficial y privada.
Brindar apoyos constantes a fundaciones como Apamap, Apaminga, Apahe, Apapdis y otros, que hace bastante tiempo están sumergidos de lleno en atenciones especializadas, es una de las acciones a corto plazo, y con resultados que tendrán la inmediatez que requieren los innumerables casos a nivel Alto Paraná.