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La ciudadanía sigue a merced de los facinerosos

En el Alto Paraná, existe una incidencia sin cese de la marginalidad de todos los tipos, llegando a extremos pocas veces vivido. Conste que aún falta ingresar al mes de diciembre, donde por estadística y por el circulante, es el período de mayor número de atracos.

En todas las comunidades, desde rateritos hasta delincuentes de alta monta, hacen de las suyas, sin mucha oposición y con el resultado de perjuicio tremendo para las víctimas de turno. Hasta el momento no se siente la vigencia de cambios en esferas de las fuerzas de seguridad, o de la implementación de alguna política de seguridad.

Sin menoscabar la labor policial regional, los resultados en la lucha contra la inseguridad es la suma de ceros.

No se desconoce que las fuerzas del orden se manejan dentro de carencias institucionales, ocultadas por no deliberante  y que no existe mucha perspectiva de que se dé un cambio de realidades con las cabezas, que primero tienen poca preparación en el ámbito y segundo les importa poco.

La carestía en equipamientos, logística, armamentos y tecnologías, difiere con la opulencia personal de ciertos titulares de comisarías y de hasta suboficiales que viven con el “mísero” salario.

Esta mezcla de poco interés de las cabezas y la incidencia de la criminalidad que se vale del mismo dinero sucio logrado de robos y asaltos,  para seducir a los de las fuerzas del orden, hacen que el imperio sea de la delincuencia.

De la misma forma es muy complicada la lucha contra los facinerosos, cuando ellos tienen protección política o blindaje judicial. Todo se complica cuando se intenta asumir funciones como corresponde, pues hay muros de corrupción e impunidad. Pero qué esperar en un país donde se tienen a senadores, diputados, ministros, intendentes, gobernadores con olor nauseabundo propio de organizaciones mafiosas.

También están delincuentes que se hacen pasar por comerciantes en el Este, que se profesionalizan en la estafa, dejando un daño tremendo al comercio, no solo a los bolsillos de incautos extranjeros. ¿Cómo es factible que operen como si nada y hasta logren patentes comerciales? El dinero, esté manchado o no, blanquea casi todo.

La vigencia de una cadena de corrupción da vida plena a la ausencia de la seguridad, quedando como víctimas solo los que tratan de ser honestos. No ser vistos, no es fruto de una capacidad de mimetismo extraordinario, sino logrado mediante coimas y cánones.

Todo tipo de deshonestidad alimenta a la inseguridad, por lo que es torpeza sostenerla a cambio de un mejor pasar momentáneo. Alimentar a depredadores, no es muy racional.

La situación está al límite de cruzar lo insostenible, por lo que la ciudadanía honesta no tiene otra que exigir a sus referentes actuar hoy en consecuencia, independientemente si son ellos los que deben caer para dar un mínimo de respiro ante tanta plaga social dispersada.

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