En uno de los tantos episodios nefastos en la gestión de Miguel Prieto en la Municipalidad de Ciudad del Este, esta vez se adquiere 24 mil bidones de agua mineral por unos 300 millones de guaraníes, sin especificar para que periodo de tiempo será destinado, mientras funcionarios deben hacer vaquitas para el consumo del mismo vital liquido, y ni que decir para sobrevivir ante el retraso del pago de salarios.
La gestión irresponsable y los negociados con recursos municipales solo generan un impacto profundo y devastador para los recursos de la ciudadanía.
Bajo el pretexto de “gastos necesarios”, las autoridades locales han permitido un despilfarro constante de fondos que deben estar destinados a mejorar la calidad de vida de los esteños, pero en la práctica mejoran economías de allegados.
Todo manejo indebido de los recursos afecta directamente los servicios básicos que son esenciales para el desarrollo de la comunidad. La Municipalidad “hace agua”, por la malvivencia de quienes están como cabeza de la institución.
Los fondos municipales provienen de los impuestos y tasas que pagan los ciudadanos, por lo que deben emplearse en obras públicas, mejoramiento de la infraestructura, salud, educación y seguridad, no para autobeneficio de espectros.
Cuando esos recursos son desviados para intereses privados o gastos innecesarios, las consecuencias recaen sobre la población.
El despilfarro se traduce en la realidad de la capital departamental: calles deterioradas, sistemas de drenaje insuficientes, desorden en el tránsito, hospitales sin insumos y escuelas que no cuentan con recursos adecuados. Del mismo modo, los sucios negociados realizados bajo la fachada de licitaciones o proyectos inflados como el citado más arriba, representan una burla al sacrificio de los contribuyentes, quienes ven cómo su dinero se utiliza para enriquecer a unos pocos en lugar de beneficiario a la mayoría.
Además del daño económico, estas prácticas colaboran para la cultura del robo de la cosa pública. La corrupción no tiene nada que ver con la afiliación partidaria, y ello está más que confirmado con la gente de Yo Creo.
Si no existe desarrollo integral de la ciudad, la causa es el despilfarro y la codicia de miserables que se hacen pasar por mansos corderos, siendo aves de rapiña.
La falta de transparencia y la vulneración de mecanismos de control convierten al ciudadano en nadie y a la administración municipal en un espacio opaco, donde reina la impunidad.
Es fundamental que los esteños exijan cuentas claras y un uso responsable de los recursos públicos. Darse cuenta que se le está tomando del pelo hace bastante tiempo, ayudará a cortar la conformidad con la mediocridad.
La transparencia en la gestión municipal y la participación activa de la ciudadanía son herramientas claves para combatir estas prácticas corruptas y garantizar que el dinero de la gente se utilice para el progreso colectivo.
Los que no tuvieron un compromiso firme por el correcto uso de bienes del pueblo, deben sufrir las consecuencias y no solo esconderse detrás de populismo baratos. Burlarse de la pasividad ciudadana, más temprano que tarde, tendrá consecuencias adecuadas.