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La denigración de la ideología partidaria lleva al abismo

En la fecha los liberales radicales auténticos recuerdan el 132 aniversario de la gesta contra el entonces gobierno colorado del presidente Juan Gualberto González, que finalmente fracasó. Pese a no haber generado el resultado esperado, el 18 de octubre es la fecha más importante para los afiliados al Partido Liberal, incluso por sobre la fecha de fundación, es decir el 10 de julio de 1887.

Pero antes que celebraciones propias que acostumbran los del liberalismo, es importante más bien analizar realidades del presente, donde el predominio del internismo lo ha llevado al descrédito y constantes derrotas electorales.

La trascendencia de un partido político centenario, con cimiento de rica historia del legado de sus caudillos, debería ser preponderante en un país de plena carestía de patriotismo, pero la realidad muestra  que no precisamente esa faceta se ha cumplido en las últimas décadas.

Se ha visto más politiquería barata de parte de referentes que loables acciones, por lo que debería marcar preocupación y ocupación de los actuales líderes de la nucleación.

Las ansias por ocupar cargos estatales, lucrar con negociados, e impedir que cualquiera de mejor perfil sobresalga, han sido palpables muestras de reales ideales de dirigentes del PLRA, que han preferido ocuparse de intereses propios,  antes que unificar a la organización política, y por ende trabajar en pos de la generalidad, siendo aportantes en la construcción de mejores tiempos.

Esta contraposición de actos con ideología, ha causado tanto daño a la institución partidaria, que en zonas de relevancia electoral como el Alto Paraná, ocupa el tercer o cuarto espacio de poder, con catastróficas derrotas comiciales y sus líderes cambiando de carpas u operando en contra del mismo partido.

Hay una crisis que no se logra solucionar por el desinterés de la cúpula, que se ha sentido cómoda con ser segundo o terceros, ya que ello permite consumir migajas que caen de la mesa de los colorados.

El internismo de la última década, sumado a pactos desvergonzados de líderes, han causado espanto en sus mismos afiliados que observaron repetidos desperdicios de oportunidades para asumir roles y ayudar a construir un Paraguay más digno.

Cuando un partido es una verdadera Torre de Babel, y se prefiere no consensuar sobre lo importante, difícilmente obtengan protagonismos deseados, así como poder superar dificultades de unidad. Un partido debilitado convierte en presa fácil de pillos y sectores que intentan hundirlos por su propio peso de incoherencia dirigencial.

Un partido político que no sale del internismo, facilita el anonimato del poder, concediendo en bandeja protagonismos de quienes no precisamente son mejores.

La divergencia es natural, pero no en torno a la necesidad de reingeniería en liderazgos y posiciones electorales.

De la misma forma, obviar que muchos liberales que accedieron a cargos legislativos cometen los mismos vicios que antecesores, y a los que tanto critican desde curules, no sumará en la recomposición del liberalismo, que así como están las cosas, seguirá mirando, o mejor gritando desde la vereda de enfrente.

Hay mucha decepción con el partido por la terquedad de sus referentes y la mezquindad de directorios. El reflejo del PLRA no despierta precisamente esperanzas de cambio en la ciudadanía.

El pueblo espera mucho más de lo que se actuó hasta le fecha.

La organización política ha sido utilizada más bien como vehículo de muchos seudo líderes para alcanzar espacios, desde donde pueden negociar y cambiarse de bando sin pudor. Ejemplos sobran, y mientras no se cambie radicalmente, las celebraciones serán habituales desde la llanura.

Desprenderse de personajes nefastos, que solo denigran la transparencia y manipulan los hechos a favor, colaborará en el fortalecimiento de la ideología partidaria. Los Llano, Portillo, Alegre, Amarilla no pueden seguir siendo la reserva moral del partido.

La población espera acciones efectivas, que puedan convertir al sector en opción de cambio en el país. La nueva “gesta” debe darse contra males que agobian a sociedades enteras, contra la corrupción imperante, el clientelismo y el sometimiento a mafias, protagonizados por exponentes del propio liberalismo. Un partido político serio, sin mezquindad, con referentes íntegros, será opción válida para revitalizar al Paraguay.

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