Haciendo un análisis sin salir del denominado periodo democrático, la clase política ha resaltado bastante por sus miembros de baja estatura intelectual y moral, antes que por brillantes y patriotas.
Los mediocres siguen gobernando en casi todos los rincones, y para confirmarlo basta con una sencilla observación del estado integral de ciudades y departamentos.
Las representaciones del pueblo son puntualmente relevantes en el aspecto de mediocridad, por lo que no se puede tener otro resultado más que ineficiencias y dudas sobre transparencias. Pero ello no es exclusividad de partidos tradicionales, como tratan de hacer creer desde los sectores “nuevos”. Las diferencias estarán en colores, pero son igualmente inmorales.
Hace décadas que temas realmente relevantes para la ciudadanía son manipulados y sometidos a criterios personales, partidarios, económicos o mediáticos. Y hablando de medios, existe igualmente un subcomponente de la gobernanza de mediocres, los soldados de la “mediocracia”, que son contestes con todo lo que venga de conglomerados de medios, y por lo general son jueces y partes conforme conveniencias.
Hay demasiada degradación del rubro político, con lo que la gobernanza se desvirtuó al punto de que analfabetos funcionales, degenerados y charlatanes sean los líderes contemporáneos de organizaciones políticas, estando en estamentos de poder, tomando decisiones o en todo caso repitiendo decisiones tomadas fuera de recintos.
Sobran los lamentables ejemplos de marionetas. Y no son solo colorados o liberales, pues ser servil de líneas editoriales comerciales, no quita los hilos del titiritero.
Ser “lamebotas” no es meritorio y solo sirve para congraciarse con patrones.
Hace mucho el pueblo dejó de importar, por la pasividad de este.
Sin respaldos y la hipócrita conducta de quienes se muestran como humanistas, pero en la práctica son carroñeros, concretan el estado actual de la poca acción oficial para cumplir con obligaciones legales con la comunidad en general.
Sosteniendo la situación, se puede agregar muestras para ratificar la debacle de la relación mando – obediencia, con la no existencia de una institución que sobresalga por su eficacia, transparencia y resultados.
Unos siendo loros de conglomerados de medios con dueños con los mismos intereses de grupos mafiosos, otros siendo operadores de medio pelo que no tienen problema en bajarse los pantalones cuando así se lo exijan, algunos pasándose en tríos sexuales y fumando marihuana, pero arropándose de hipócrita integridad juzgadora, dan fe plena para la gobernanza de la mediocridad. Y cada quien con su hinchada, cada grupo con sus hurreros, todos criticando la paja en ojos ajenos.
Todo lo que esté fuera del genuino interés del bienestar del pueblo, no corresponde. Las representaciones deberían ser integradas por personas aptas, capaces de defender y vivenciar lo correcto. No hay bandos diferenciados, sino angurrientos queriendo servirse de mayor acceso al poder. Ser patriota va muchos más allá de ser idiotas útiles con buena paga. Hay una generalización preocupante de lo incorrecto y de servilismos que no responden a la población.