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La insensibilidad hacia pacientes crónicos

Las decisiones administrativas en el Instituto de Previsión Social no pueden dejar de tomarse en base a la empatía y al mismo sentido común, especialmente cuando afectan a pacientes crónicos que dependen del sistema para su calidad de vida o sencillamente para conservar la vida. Pero lamentablemente, en múltiples ocasiones se han implementado medidas que, lejos de mejorar la atención, generan incertidumbre y sufrimiento en los asegurados.

Un claro ejemplo de esto es la reciente situación de los pacientes renales en Ciudad del Este, quienes se han visto afectados por determinaciones cuanto menos desatinadas que ponen en riesgo su tratamiento. La diálisis y otras terapias esenciales no son un lujo, sino una necesidad vital para cientos de personas, y cualquier interrupción o cambio arbitrario tiene consecuencias irreversibles en su salud.

Las autoridades del IPS, sean ellos nacionales o regionales,  deben priorizar el bienestar de los asegurados y tomar decisiones basadas en la realidad de los pacientes. No es aceptable que medidas administrativas desconectadas de la situación real de los enfermos pongan en peligro sus vidas, por lo que todo referente local debería tener la valentía y el interés necesario para golpear la mesa y corregir administración de recursos. De hecho que las decisiones siempre serán distorsionadas, pues provienen de la capital del país, donde no precisamente hay visión empática hacia el interior.

Es fundamental escuchar a los afectados, consultar con especialistas y garantizar que cada cambio en la gestión de los servicios de salud tenga como eje central la protección y el cuidado de los pacientes.

La salud no puede estar sujeta a fallos improvisados o motivados por razones ajenas al bienestar de quienes dependen del sistema.

Se necesita sensibilidad, diálogo y sentido común para construir un IPS que realmente responda a las necesidades de los asegurados.

Que personas que están al vilo de la muerte tengan que salir a las calles a pedir compasión de quienes al parecer perdieron el tino, es un absurdo que demuestra que el asegurado no importa.

Una patología es suficiente carga para las personas, por lo que al menos el sistema de salud previsional debería tener infraestructura suficiente para que los pacientes no deban agregar padecimientos.

Trasladar la atención nefrológica a distantes centros, como parte del servicio tercerizado, no es acertado. De hecho que la descentralización de los hospitales regionales buscaba que las personas acudan a sus respectivas comunidades para ser correctamente tratados, por lo que se cae en un retroceso dañino que no puede prosperar. La propia especialidad médica no recomendaría que pacientes crónicos deban recorrer horas para llegar a recibir la diálisis, y se supone que la prioridad del Instituto de Previsión Social es la salud de sus asegurados.

Los errores y el desinterés en salud solo causan muertes y dolor innecesario.

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