Cuando la desvergüenza y la tomadura de pelo se unen, dan como resultado lo absurdo, inverosímil, que no cubre realidades ni desvirtúan desperdicios del dinero de la ciudadanía.
Aparecer en videítos de autojustificación por turismo internacional, supuestamente sin gastar un guaraní del erario, pero hacer vito con viáticos para amigos, amantes y GMA, es un chiste de muy mal gusto.
Autocongratularse por supuestas inversiones logradas, es otro cuento “chino”, modus operandi repetido de politiqueros que buscan hacer ruido tratando de generar cortinas de humo que oculten malvivencias propias.
Se abusó históricamente de la confianza del pueblo, pero por sobre todo de su tolerancia extrema, pues dar caramelitos y crear un marketing para sensaciones de magnanimidad por nada, sigue resultando para incautos.
Hay que tener un altísimo nivel de menosprecio a la inteligencia ciudadana, para creer que con burda retórica se pueda convencer de sobrenaturales gestiones, cuando en la práctica fueron de farra. No solo los colorados son miserables vividores a costa del dinero de los contribuyentes.
Es indignante para la comunidad que sus autoridades se pasen de paseo, mientras las calles siguen en deplorable estado, el microcentro en desorden, y los funcionarios municipales imploran el pago en tiempo y forma de sus haberes.
¿Logro? Logro que la población no los escrache por lo descarados que han sido desde que asumieron los cargos.
Y como es de esperarse, a la administración municipal que ha seguido el mismo trayecto de mediocridad y corrupción consuetudinaria, se deberá investigar con seriedad, pese a sucesivas chicanas, pues se hace lo mismo que se exigía sea sancionado desde el anonimato del poder.
No es persecución política, es persecución de la ley.
Lo poco, lo habitual no es aplaudible, por lo que buscar aplausos por burlar la inteligencia de la gente, es enfermizo.
Miguel Prieto y secuaces, no cumplieron con sus promesas de transparencia y alta eficiencia, han roto todo compromiso de diferencias para bien de los esteños. Buscar disfrazar robos de la cosa pública con el rol de víctima de los malos, no es posible, pues lo fétido se siente pese a ropajes angelicales.
No hay justificación para el derroche existiendo carestía en gestión que en largos años de mandato no han podido resolver un solo problema social básico. Si no hay interés, al menos que exista vergüenza en actores políticos al frente de la comuna, pues el fiasco actual no es para congratularse. Hasta el más torpe puede percibir mediocridades, y la burla solo “toca la oreja” a un pueblo cansado de mentiras y corrupción. La indignación más temprano que tarde se hará sentir, y si bien egos obnubilan realidades, a todo cerdo le llega su San Martín.