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La ley no puede ser selectiva por profesiones

Sigue existiendo la creencia que existen personas que están por sobre las leyes, pudiendo hacer lo que se les cante sin perjuicio legal, debido a la alta impunidad dada por influencias del dinero y poder político.

Algunos de entre quienes se hicieron profesionales médicos, demuestran que tienen la idea de estar en un pedestal superior al resto de la población civil, y preferencialmente por sobre la que no tiene el título que certifica su conocimiento en materia científica médica.

Sin dudas existen buenos y correctos profesionales de la salud, de alta ética y con la responsabilidad plena de quienes comprenden la trascendencia de intentar salvar vidas. Pero están quienes ni siquiera se comportan dentro del marco del respeto a la dignidad humana, pero de ínfulas asqueantes.

Y en ese sentido, la historia reciente recuerda que propios gremios médicos se manifiestan a favor de controvertidas “médicas” condenadas por la Justicia en todas las instancias por un asesinato “culposo”, asumiendo la creencia retratada de ser intocables pese a criminales praxis. Y esto se repitió en tantas ocasiones, que ya sirve de morbo, pues un hecho supera al otro, yendo desde vesículas extirpadas, hasta amputaciones equivocadas de miembros inferiores. Esto es solo lo mínimo, pues los otros “errores” generaron óbito directo.

El corporativismo es uno de los males que permiten la impunidad predominante, permitiendo el uso y abuso de la prepotencia, siendo rol cómplice de matasanos que quedan en la historia.

Dejar luto en familias por errores caprichosos o por irresponsabilidad personal merece cuanto menos la cárcel, independientemente a usar batas y estetoscopios.

Ningún médico debería estar por sobre la ley, y mucho menos un título universitario dar carta blanca para atentar contra la vida.

No se puede seguir defendiendo inconductas en el intento de hacer creer que se es superior al resto de la ciudadanía. Al igual que periodistas, abogados, ingenieros, en realidad son nada más que personas que pasaron por una universidad, con los mismos derechos y obligaciones que la población que no tuvo la suerte de una instrucción.

El buen trato es lo mínimo que se puede proporcionar, pero es lo que más se cuestiona por quienes deben padecer horas para ser asistidos en centros asistenciales públicos y previsionales.

Un médico sí puede ser esposado y derivado al calabozo por acciones que ameritan sanciones, no existiendo atenuación alguna en el marco penal. Aplicar chicanas y falsos autodiagnósticos, dice todo de criminales.

Creerse con pase libre para pisotear a otros y con clisé para jugar con la vida de terceros, amerita una re-educación carcelaria adecuada.

Presentar a culpables de deleznables procedimientos propios a otros, habla de la cobardía nefasta de quienes juraron salvaguardar científicamente la vida.

Poner excusas inventadas para justificar ignorancias y mentes criminales no debe ser tolerada por la justicia.

Todo gremio debe ser promotor de la coherencia y de la ética, siendo la buena conducta de sus miembros, regla infranqueable. Es obligación defender los derechos de los profesionales pero jamás apañar delitos y crímenes.

Vender ante algunos cortos de educación que un doctor debe ser intocable, no debería influir a fiscalía y juzgados.

Al menos por principio, ningún ciudadano, tenga instrucción terciaria o no, debe sobrepasar el margen de las normas. Sea en el ejercicio de funciones o fuera de ella, todos deben ser castigados, si así corresponde.

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