No siendo un mal solo del presente Gobierno, sino de casi todos los anteriores, se tiene una rara deficiencia en comunicar proyectos y planes de relevancia para los intereses ciudadanos, generándose dudas antes que certezas requeridas.
Es una cuestión lógica en gobernanza, dar a conocer intenciones a ser implementadas desde instancias de poder a los principales afectados, a fin de que se tenga acompañamiento requerido, con base a comprensión plena y el superior interés general. Es así que todo programa de gobierno, toda política de Estado, debe tener la sociabilización correcta a fin de que no queden dudas de lo que será emprendido y así eliminar la reticencia propia de reacios a renovaciones, mejorías y adecuaciones.
Cuando se pone a consideración de la ciudadanía asuntos públicos, de ahí pueden nacer nuevas ideas y mayor certeza de impactos esperados. Siempre habrá grupos renuentes a cambios, o la posibilidad de perder privilegios con adecuarse a contextos donde se maneja dinero sin demasiado control. Pero cuanta más información se brinde al respecto, cuanta más participación se dé al debate, se eliminan incertezas y espaldarazos serán mayores.
Es incomprensible que se falle en comunicación e inclusión, pues ya se tuvieron muestras de satanizaciones innecesarias de temas simples, pero no comprendidos por la falta de información adecuada y por la utilización política y mediática de los puntos dudosos.
Los cambios siempre serán cuestionados, por lo que cuanta más luz se tenga sobre textos de proyectos de leyes, más sencillos serán los pasos.
La deficiente comunicación oficial puede darse por dos motivos. La primera por torpeza de los encargados de bajarlo al pueblo y a los estamentos afectados, o lo más probable, por el despropósito venido del mismo Ejecutivo. Secretismos en este tiempo, solo acrecientan dudas.
Posturas de patrón en la función pública tienden a generar revulsión. ¿El Estado soy yo?
Se crean desgastes prematuros por manejos erróneos básicos. Se toca la oreja a un pueblo harto por la falta de respuestas a sus principales problemas, por lo que cualquier gota “colma el vaso” y para peor de males es aprovechado por profesionales pescadores de río revuelto.
Pintar apocalipsis con cada suceso, es muy fácil cuando se dan motivos para creaciones fantasiosas, y en verdad no tan fantasiosas.
Ojala fuera ineptitud, pues ello es subsanable.
Es fundamental comunicar como corresponde y a donde corresponde lo que se aplicará en rubros sustanciales de la administración pública. La participación es una cuestión ineludible en democracia, así como la discrepancia. No hay que temerla o repudiarla si de veras se tiene intenciones de generar el estar mejor para los paraguayos. Si los planes son adecuados, si las mayorías están vigentes, es un contrasentido cerrarse a caprichos. La crispación no conviene a nadie, menos a los ostentadores del poder central.