El mitómano es aquel mentiroso compulsivo, consuetudinario. La mitomanía se da en individuos que utilizan la falsedad para conseguir o evitar atenciones, siendo puntualmente la idea no ser objetos de sanciones o castigos.
El político por lo general padece de esta patología, que pese a intentos sostenidos de hacer creer lo que no es de manera casi permanente, no existe forma de que sea perdurable.
En el Este se tiene a un conglomerado de mitómanos en lo político, existiendo una generalización absurda de mentirosos.
Y si bien la mentira es un mecanismo de defensa entre los humanos, supera niveles de “aceptable” en la clase política regional, y lógicamente sobresaliendo autoridades como los que están en comunas.
Puntualmente Ciudad del Este, con los Prieto boy, se enfila a una moda de antaño, donde intendentes y concejales que se sucedieron en estos cargos asumieron prioritarios propios intereses, intentando cubrir malvivencias con mentiras, sin sonrojarse, pues es característica de hipócritas ni pestañear cuando se falsea.
Las promesas de concretar definiciones en torno a inmuebles públicos como la Finca 66, de no cometer jamás dolo en contra de bienes municipales, de tener a la transparencia como fe inquebrantable, de no despilfarrar dinero de los contribuyentes y de dejar una ciudad ordenada y limpia, solo resultaron ser mentiras, farsas asquerosas de inmundos bandidos.
Los hechos notorios no necesitan más comprobación que el propio hecho, por lo que la claridad de la falsedad de Miguel Prieto y acólitos, es irrefutable.
No pasa por posturas opositoras o la ciencia ficción de teorías conspiratorias de colorados, pues el bandidaje desnuda verdaderas personalidades.
Y como el mentiroso es cobarde, siempre trata de arroparse de medias verdades como defensa. Por algo Prieto no es solo el campeón en ser denunciado ante el Ministerio Público por robo de la cosa pública, sino en chicanerías para frenar consecución de procesos que comprobarían que se es rata.
Pero lo de miente que algo quedará, solo resulta para ciudadanos con poco de discernimiento. Joseph Goebbels estaría orgullo de los principios copiados por prietistas para la gestión ante la opinión pública.
Es intolerable que farsas sigan su curso como si nada. Haber asumido la misma conducta delincuencial de anteriores autoridades distritales a los que se satanizó en tiempos electorales, dice todo de cada uno de los que juraron amor al pueblo y a la legalidad.
La mitomanía es un problema conductual, que no genera nada de bueno. La inmoralidad en la función pública es de por sí agobiante y detestable. Tomar del pelo a la población sería imperceptible si al menos se tratara de cumplir con obligaciones, pero al tratarse de despilfarros del dinero de la gente, la cárcel podría ayudar a recuperar la salud mental.
No percibir verdades, en este caso, por lo diáfana que son, ya es una cuestión de ceguera por fanatismo o ignorancia manifiesta.