Con la llegada de la temporada invernal, el Ministerio de Salud Pública impulsa una nueva campaña de vacunación contra la influenza, una enfermedad que, aunque común, puede tener consecuencias graves, especialmente en los sectores más vulnerables de la población. Dicha iniciativa que arranca hoy, tendrá etapas y todas ellas requieren de respaldo.
La vacunación no es solo una medida de protección individual, sino una responsabilidad colectiva, como tantas veces se ha repetido.
Cada persona que se vacuna contribuye a la construcción de un escudo de inmunidad que protege a quienes no pueden hacerlo por razones médicas.
La influenza no debe subestimarse, pues es una infección respiratoria altamente contagiosa que puede derivar en complicaciones severas, como neumonía y otras enfermedades que ponen en riesgo la vida.
No es casualidad que los sistemas de salud en todo el mundo prioricen la inmunización anual contra esta enfermedad, por lo que justificar desidias en ciencia ficción o creencias cavernícolas, ya no debería darse en una comunidad con mediana inteligencia. Vacunarse reduce significativamente el número de hospitalizaciones y muertes relacionadas con la gripe, un beneficio que se traduce en menos saturación de los hospitales y en una mejor calidad de vida para todos. Las experiencias son en demasía notorias como para no entender lo valioso de prevenir.
Pero la inmunización por sí sola no es suficiente. La ciudadanía debe acompañar este esfuerzo con hábitos de higiene esenciales para prevenir la propagación de enfermedades virales y bacterianas.
Lavarse las manos con frecuencia, cubrirse la boca al toser o estornudar, evitar el contacto cercano con personas enfermas y desinfectar superficies de uso común son prácticas que, aunque sencillas, pueden marcar la diferencia entre un invierno con menos contagios o una temporada de colapso sanitario.
Es preocupante que, año tras año, persistan mitos y desinformación en torno a la vacunación. Los temores infundados y la apatía pueden hacer que muchas personas no acudan a inmunizarse, debilitando así el esfuerzo colectivo y perjudicando a todos.
Es hora de entender que la salud pública es un compromiso de todos y que mitos y leyendas no puede tener más peso que la ciencia comprobada.
No se trata solo de protegerse a uno mismo, sino de cuidar a nuestros seres queridos, vecinos y compañeros de trabajo. Son prácticas que deberían hacerse culturales.
La vacuna contra la influenza está disponible y es gratuita para los grupos de riesgo. Ahora es el turno de la ciudadanía de hacer su parte.
La situación de precariedad consuetudinaria en salud pública en el país, debería ser motivación suficiente para aplicar todas las praxis preventivas disponibles.
Vacunarse es un acto de responsabilidad, de empatía y de compromiso con el bienestar de la sociedad.