Existe una realidad vivenciada en todas las fronteras del planeta, el comercio que varía entre lo legal e ilegal en materia tributaria.
Observar desde el punto de vista normativo para cuestiones tributarias lo que importa es recaudar a como dé lugar, sin importar más que cumplir con el propósito. Pero no contextualizar una solución para el contrabando hormiga como el vigente en el Este es un error que solo fortalece a los verdaderos ilegales.
Las compras al menudeo en Brasil y Argentina no solo debe ser encarado desde la óptica del marco jurídico vigente frío, si no desde la perspectiva social.
Nadie discute que ingresar productos no permitidos desde esos destinos hacia Paraguay, sin tributar, es un delito, y que como tal debe ser penado. Pero no considerar con severidad el hecho que toneladas de productos prohibidos ingresan al país por el Puente de la Amistad, sin que sea “pillado” por contralores es verdaderamente de pillos.
Se debe hacer diferencia objetiva hacia quienes adquieren productos para autoconsumo y aquellos que por camiones concretan el esquema de evasión impositiva a gran escala.
La ilegalidad no es solo para Juan Pueblo, que tiene como imperativo buscar mejores precios para productos de consumo y que de ello se desprende ganancias como comerciante menor.
No se justifica el contrabando, pues ello implica perjuicios, pero no al mismo nivel de los grandes conglomerados, regidores de la honorabilidad y ética del país como grandes hipócritas.
Se debe buscar una solución integral a la irregularidad y ello debe contemplar el aspecto social, posibilitando opciones laborales para quienes tienen como labor la compra de mercaderías en el extranjero para revenderlos a baja escala en el país.
Quiérase o no, esta modalidad de trabajo es sustento diario de centenares de familias paranaenses.
Desentenderse de realidades, solo motivará lo irregular y el fortalecimiento de la institucionalidad de la coima.
Usar como chivos expiatorios a los que traen una caja de pollo o cinco kilos de tomates, es un falso legalismo que castiga a lo débil para favorecer a los poderosos.
El Gobierno actual debe elaborar medidas que coadyuven con alternativas para todos los rubros existentes, generadoras de recursos para familias.
Es una realidad que el microtráfico, en muchos de los casos, es fruto de la falta de fuentes de trabajo y del abandono estatal a los sectores más vulnerables.
De persistir esta desidia solo se fomentará la aparición de más compatriotas dedicados al mismo, y menos posibilidad de erradicarlo.
Lo irregular posee varios orígenes, por lo que solo enfocarse en soluciones parches nunca traerá beneficios sustanciales.
No es muy coherente poner el pulso firme hacia el tráfico hormiga y pasar la mano a los feroces contrabandistas, a cambio de propinas.