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Los desafíos obviados en salud

Como cada 7 de abril, el Día Mundial de la Salud,  recuerda una verdad incuestionable: la salud no debe seguir siendo un privilegio, sino un genuino derecho humano. Más allá de una conmemoración simbólica, la fecha propone una pausa necesaria para reflexionar sobre lo que implica construir sociedades conscientes, sanas y justas, con capacidad de visibilizar las deudas pendientes en materia sanitaria.

Sin salud no hay desarrollo posible, siendo este el mensaje repetido de la fecha y la realidad negativa preeminente.

La salud pública constituye la base sobre la cual se erige cualquier proyecto social o económico sostenible. Sin embargo, garantizar este derecho implica mucho más que contar con hospitales y medicamentos y dejarlo a su suerte. Requiere políticas públicas integrales, acceso equitativo a servicios de calidad, atención preventiva, personal capacitado, y un compromiso político firme y sostenido.

En Paraguay, los desafíos en este terreno siguen siendo profundos y estructurales, porque fueron obviados por décadas. La pandemia de Covid-19 expuso con crudeza las fragilidades del sistema de salud, por el que padecían miles de connacionales, pues la infraestructura deficiente, concentración de servicios en la Capital, escasez de recursos humanos en áreas rurales y fronterizas, y una inversión pública insuficiente, históricamente han sido la realidad lacerante del sector sanitario.

Ni que decir la fragmentación del sistema, la débil cobertura en salud mental, el aumento de enfermedades crónicas no transmisibles y las consecuencias  del cambio climático.

Pero lo que se requiere es acción contundente, no meros reconocimientos de dificultades. El Día Mundial de la Salud interpela a Paraguay a repensar sus prioridades, a colocar la salud en el centro de la agenda pública y a avanzar hacia un modelo genuinamente justo y de inclusión.

Un sistema de salud fuerte permite salvar más vidas, reducir desigualdades, promover cohesión social y cumplir con los principios de la misma democracia.

Todo acto recordatorio de esta fecha es, en última instancia, reconocer que la salud es una construcción colectiva, que debe ser encaminada con voluntad política.

La participación ciudadana y una visión a largo plazo, es la receta adecuada para cimentar la construcción de una Nación donde el derecho a una vida sana deje de ser una promesa y se convierta en realidad para todos.

No solo los de poder político y económico deben estar beneficiados con atención integral en salud de calidad y calidez, mientras la ciudadanía es despreciada.

Repetir desidias y quedarse en el molde, sostiene la mediocridad oficial que a su vez generan muertes evitables y padecimientos innecesarios.

Un buen gobierno prioriza la salud de la gente y salda la deuda de lo insuficiente de la labor hacia el bienestar general.

 

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