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Mala experiencia de la pandemia debería generar conciencia

El aumento de casos de Covid-19 en Paraguay, puntualmente en zonas de Central, no es una sorpresa, pero sí una señal de alerta que no puede ser ignorada o minimizada.

Con la próxima llegada de estaciones más frescas y frías, la facilidad de contagio del virus se multiplica, favorecida por la mayor permanencia en espacios cerrados y la convivencia con otras enfermedades respiratorias estacionales.

Pese a malas experiencias y la alerta por el incremento de infectados, la sensación generalizada parece ser de indiferencia, como si el virus hubiera dejado de ser una amenaza real. Se olvida muy rápido el terror instalado por este mismo virus que mató a miles.

Nada más lejos de la realidad lo de ignorar posibilidades de padecimientos. Las autoridades sanitarias ya han reportado un incremento en los contagios, mientras que la circulación de la influenza y el virus sincitial respiratorio agrava el panorama.

En este contexto, las personas con enfermedades preexistentes, los niños pequeños y los adultos mayores vuelven a estar en una situación de riesgo. No es solo una cuestión de estadísticas, es una advertencia sobre la presión que puede recaer nuevamente en el sistema de salud y en las familias que enfrentan complicaciones graves.

Si bien ya no estamos en la etapa similar a la vivida en pandemia, la prevención sigue siendo clave. Escuchar a personas con poco seso, con alta ignorancia y temerosa de ciencia, pero guiada por “ciencia ficción”, es uno de los errores que demostró que no es lo más apropiado para nadie que desea evitar pasar mal.

Vacunarse, ventilar los espacios, lavarse las manos y usar mascarilla en lugares concurridos no deberían ser recomendaciones sin atención.

Pero la responsabilidad no recae solo en la población, ya que las autoridades deben redoblar esfuerzos en campañas de vacunación y concienciación para evitar un escenario más complejo.

La convivencia con el Covid-19 no significa resignación. Significa asumir con madurez que, mientras el virus circule, la prevención sigue siendo nuestra mejor herramienta. No es menor el riesgo, e incluso en países vecinos las alertas siguen encendidas, conste que los sistemas de salud de estos, son altamente superiores al nuestro.

El haber perdido el temor a una dolencia severa, por el olvido propio de gente no muy apegada a prevenir males, o por asumir como verdaderas teorías conspiratorias, no lo elimina, lo potencia, pues la ignorancia ha sido el verdadero mal que diezmó  a la población mundial, a lo largo de su historia.

Todos aquellos que padecieron los efectos del Covid-19, son testigos de que el virus existe y no es “cuento chino”, su severidad.

Ignorar las alertas de hoy puede costarnos caro mañana, y no se hace referencia a lo económico precisamente.

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