El mediocre es quien se encuentra dentro del margen de calidad media para abajo, mientras que el torpe sobresale por la carencia de sagacidad y ausencia de agilidad mental. Por lo general estos dos adjetivos suelen calificar al terco, quien no es más que aquel obstinado, testarudo.
Enfocarse solo en el enanismo de visiones para asuntos de relevancia poblacional, es digno de onanismo político, apropiada para mediocres autoridades.
Seguir, insistir en emprendimientos de alto costo y de nulo impacto para necesidades sociales, es inexplicable para el razonamiento humano que en teoría tiene la facultad de aprender de errores anteriores. Sobresalir por la organización de festivales y dar bombo extremo a ello, mientras las calles de Ciudad del Este siguen en deplorable estado, los servicios básicos vergonzosos, y se derrocha dinero en “asesores” y personales de confianza que no son más que planilleros, no es muy cuerdo.
Para peor de males, todo es bueno para mediocres que a más de torpes son tercos.
En el epílogo de administraciones se debería priorizar acciones conducentes y no seguir en lo mismo de mucho ruido, pocas nueces. Lucecitas y espejitos solo impresionan a incautos.
La ciudad se cae a pedazos, pero los referentes comunales viven en burbujas de lujo a expensas del dinero de contribuyentes. Ni los funcionarios que en verdad trabajan tienen ese trato de percibir lo que por derecho les corresponde, con lo que se tienen verdaderas medidas de interés en hacer bien las cosas.
Por más que acólitos traten de hacer creer a gente con poca lectura de la realidad más allá de sus narices, que se está delante de la gestión más impresionantes de todos los tiempos, la verdad es que se sigue en la misma nefasta práctica de vestirse de víctimas siendo ladrones de la cosa pública, y de no haber hecho nada de significativo para solucionar males perentorios de la capital departamental.
Bravuconadas no ocultan desidias y similitudes innegables con administradores anteriores de la Municipalidad de Ciudad del Este. Obstinarse con el vedetismo y el dinero ajeno ya se vivió en el Este.
Una buena gestión no se desgasta en nimiedades, no adeuda salarios y no intenta acallar a críticos.
No todo es por observación minuciosa de resentidos que se destetaron de la comuna, sino cuestiones reales de despilfarros y malvivencias que deberían ser revertidos, al menos si hay propósito de cerrar un ciclo dentro de lo ordinario.
Las promesas incumplidas de transparencia y correcto uso de bienes ciudadanos no son hechos menores, sino fundamentos para sanciones penales. Aplicar chicanas, antes que cuidar conforme normas el dinero municipal, no es muy ético que digamos, por lo que ni siquiera dentro de lo subjetivo se puede considerar como fenomenal gestión. Pueden proliferar videítos propagandísticos, trolls y jaurías en defensa de zoquetes, pero ellos no sirven siquiera para tapar un bache.
Seguir por la misma senda de lo mediocre, torpe y terquedad, tendrá el mismo resultado de fiasco, pese a autopercepciones esquizofrénicas de superhéroe, siendo villano.