
El Día Internacional contra el Cambio Climático, celebrado cada 24 de octubre, busca concienciar a la población global sobre los graves efectos que este fenómeno está generando en el planeta y movilizar acciones urgentes para combatirlo. El cambio climático, impulsado por la actividad humana, transformó radicalmente los patrones climáticos y ecosistemas naturales. Hoy, las consecuencias de esta crisis ambiental afectan tanto a la biodiversidad como a la vida de millones de personas alrededor del mundo, con impactos desproporcionados en las comunidades más vulnerables.
El calentamiento global, uno de los principales motores del cambio climático, es consecuencia de la acumulación excesiva de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO₂) y el metano (CH₄), en la atmósfera. La quema de combustibles fósiles, la deforestación y las prácticas agrícolas insostenibles son responsables del aumento en las emisiones de estos gases. Según la Organización Meteorológica Mundial, en los últimos años hemos experimentado los niveles más altos de concentración de CO₂ en la atmósfera de los últimos 3 millones de años. Las temperaturas promedio globales ya aumentaron más de 1,1°C desde los niveles preindustriales, y la tendencia actual indica que podríamos superar los 2°C a finales de este siglo, a menos que se tomen medidas drásticas.
Los efectos del cambio climático son visibles y alarmantes. El deshielo acelerado en los polos, el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos y la frecuencia e intensidad creciente de fenómenos climáticos extremos, como huracanes, tifones, incendios forestales, sequías e inundaciones, son solo algunas de las manifestaciones que se registran en todo el mundo. Además, la degradación de ecosistemas, como selvas y arrecifes de coral, agrava la pérdida de biodiversidad, lo que impacta no solo en la flora y fauna, sino también en los sistemas alimentarios y la economía global.
En el Día Internacional contra el Cambio Climático buscan recordar la importancia del Acuerdo de París, un tratado global firmado en 2015 por 196 países con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura mundial a menos de 2°C, preferiblemente por debajo de 1,5°C. Si bien el acuerdo fue un hito en la diplomacia climática, los compromisos actuales de muchos países siguen siendo insuficientes para alcanzar estas metas, y la comunidad científica ha advertido que debemos reducir drásticamente nuestras emisiones antes de 2030 para evitar los peores escenarios.
Entre las principales causas del cambio climático se encuentra la deforestación y la expansión descontrolada de la agricultura y la ganadería, que contribuyen tanto a la liberación de carbono como a la pérdida de sumideros naturales de carbono, como los bosques. Además, el uso masivo de combustibles fósiles para generar energía, tanto en el transporte como en la industria, sigue siendo una de las principales fuentes de emisiones. La agricultura intensiva, que usa grandes cantidades de agua y recursos, y la urbanización no planificada, que altera ecosistemas completos, también son factores clave.