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Mucha crítica poca acción

Las críticas sin acciones de sectores políticos con voz y voto, no son más que lloriqueos por envidias o destetamientos. Sobresalir más por retórica, es perfeccionarse en el arte de lo inocuo, especialistas del populismo atrapa incautos.

Hacer críticas magnificando males que históricamente asentían propios partidarios e inventando hechos únicamente para desprestigiar, además de alta hipocresía, es una resta en la posibilidad de generar soluciones a males de comunidades enteras.

Muchos que ayer solo hacían hurras y que mediante padrinazgos ostentaban imponentes cargos, hoy lamentan haber sido reemplazados por la misma modalidad. Solo se expone penosa incoherencia, mezquindad e inutilidades de quienes mamaron del Estado y hoy deben ver como otros lo hacen.

El descontrol verbal es fruto de una inestabilidad, primando instinto por sobre la materia gris.

Habiendo estado en el poder, o seguir en estamentos preponderantes, llevando todo al lado personal, mostrarse con el orgullo herido, buscando revanchas ante la imposibilidad de seguir aprovechándose de los recursos oficiales, es de seudo políticos.

No se discute que efectivamente se siguen con similares vicios de antaño, con un círculo más pequeño, pero igualmente malviviente.

Dedicarse a legislar y no solo lloriquear, es lo que la ciudadanía espera de sus diputados y senadores. Se comete el error de quedar en evidencia constante cuando lo que se colabora es solo con cuestionamientos y poca acción.

Sin dudas la población merece mejores autoridades, por lo que comenzar a trabajar en funciones propias, y mejorar en la flaqueza de honorabilidad es la consigna.

No solo en el oficialismo hay déficit moral y en producción, pues solo hablar tiene la misma carga negativa en los históricos opositores.

Lo que se grita no suma. Hay mucho de eco de orgullos afectados, ganancias cortadas y poder disminuido.

El efectivo trabajo en el arte de la política y las gestiones para beneficio comunitario son de extrema ayuda para recuperar la consideración del pueblo para próximos eventos electorales.

Todo depende de la conducta, no de las palabras.

Tiempos nuevos fueron marcados con el inicio de la puesta en vigor de  la conciencia cívica del pueblo hastiado de escuchar insultos como formas de hacer campaña.

Seguir siendo personajes nefastos de la politiquería solo genera repulsión. Es más que relevante que se abra paso a gente con mentalidad y conducta distinta.

La imagen reflejada por muchos que solo brillaron por charlatanerías, y siguen ocupando escaños, no son más que mercenarios antes que representantes del pueblo.

Hay mucha gente en verdad actuando con firmeza para generar mejores tiempos para la generalidad, sin discursos, sin peroratas, sin autobombo, y sin preferencias por colores. Esa es la gente útil, no quienes son voceros del apocalipsis por interés propio.

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