
El reciente asesinato de una persona privada de su libertad en la Penitenciaría Regional develó la poca seriedad en materia de seguridad dentro del penal y la alta corrupción existente en el lugar, que facilita que peligrosos internos puedan acceder a armas y otros objetos prohibidos con total tranquilidad.
En la madrugada de ayer, funcionarios penitenciarios, la Fiscalía y la Policía Nacional efectuaron una requisa sorpresa en el Pabellón A Alta, donde se encuentran recluidos los miembros de la facción criminal Primer Comando Capital. Dentro de las celdas se requisaron armas de fabricación casera en gran cantidad, teléfonos celulares, bebidas alcohólicas de elaboración artesanal y otros elementos que llamativamente los presos logran introducir. El hallazgo deja en evidencia, una vez más, la complicidad de los guardias cárceles. El pabellón donde se realizó el cateo albergan a más de 220 integrantes del PCC.

En una de las celdas se pudo requisar el arma utilizada para asesinar al interno Sergio Darío Escobar (29), que estaba recluido por robo agravado. El asesinato fue cometido por su compañero de celda Jonathan Marcial Sosa Benítez, alias “Soldado”, el pasado fin de semana. El fiscal Osvaldo Zaracho señaló al Diario Vanguardia que solamente llevarán el arma que se utilizó para el crimen del interno como evidencia, el resto de lo incautado queda a cargo de la dirección del penal.
Llamativamente, desde el penal nunca informaron dónde van a parar todas las armas blancas y demás objetos que son requisados durante los cateos en los pabellones.

SUPERPOBLACIÓN DE RECLUSOS
La Penitenciaría Regional cuenta con una población de 1.822 personas privadas de libertad, superando ampliamente la capacidad del penal, que fue construido para albergar a 500 internos.
El correccional representa una gran preocupación para los vecinos del lugar, que constantemente están en zozobra ante una posible fuga, como ocurrió en innumerables ocasiones.