Como es propio de tiempos cercanos a elecciones, autopercibidos como líderes o políticos, empezarán con actuaciones públicas, buscando persuadir a la ciudadanía sobre ser opciones de confianza.
Desde todas las agrupaciones políticas, de todas las edades, personajes de siempre y neófitos, buscarán aprovechar cada momento posible para mostrarse interesados en la comunidad y en la mejor suerte de la generalidad. Todo evento, sea de algarabía, reclamo o tristeza, son ideales para aparecer y mostrarse empático.
Se repiten libretos conocidos y calcados de tiempos electorales. Lo mismo de siempre, y difícilmente, a juzgar por los autopostulados, cambie en algo. Discursos populistas, exigencias sociales, y errores de presentes gestores de gobiernos comunales, serán puntualizados de manera más asidua dentro de poco.
Hay que tener memoria y no dejarse embaucar por las mismas promesas. Típico de bestias carroñeras, se verán rostros hasta en momentos lúgubres, con el fin de sacar algún beneficio que los muestre humanistas.
Pero no debería surtir efecto, pues es muy difícil que se pierda total noción de la realidad en cuatro años, más aún cuando promotores de la incoherencia y súbditos de quienes gozan de poder se visten de honestidad.
No hay que dejarse engañar por quienes fungen de políticos. El que se contrapone a ideales generales y solamente ve, se ocupa y preocupa por el propio interés, no es más que un bastardo del rubro, no siendo natural que sea general, pese a realidades contemporáneas.
Muchos de quienes buscan espacios de poder, o permanecer en ellos, dicen ser impolutos y por retórica convencen, demostrando que la hipocresía es una manera de sacar rédito. En este contexto de inconductas, impera la inmoralidad, la ausencia de ética y honestidad. Solo en apariencia se muestra integridad, y hasta que se accedan a cupos.
El pueblo no puede dejarse seducir fácilmente, debe dudar, y por sobre todo sopesar lo hecho con lo que se dice. No puede seguir como habitual lo incorrecto. Muy poco ofrecen los partidos políticos y en la práctica son más de lo mismo, pues las acciones, o mejor incorrecciones, no varían. Y es así que pese a la caída del coloradismo en municipios como Ciudad del Este, la corrupción impera, la desidia es incólume y el desperdicio del dinero ciudadano prevaleció. No pasa por ser de un determinado signo político, o por no serlo, pues al final lo determinante son los actos, no el color de preferencia.
La mayoría de los actores políticos que asoman al escenario no son más que calcos de los presentes. Habrá excepciones, pero de momento no aparecen.
Si los que siguen al mando de comunas se congratulan con populismos con dinero del pueblo como máxima exposición de gestiones, se confirma que la mediocridad es el resultado de administraciones. Sería cuanto menos irracional conformarse con lo insuficiente.
Lo de patriotas debe trasladarse a la acción, y no ser solo actuación de oportunistas.
Prometer mejorías, habiendo ya sido protagonistas en instituciones, es un chiste. De la misma manera hay que tener cuidado de quienes se presenten como mesías, por el mero hecho de no ser oficialistas. El ciudadano debe analizar pasado y presente de quienes quieren ser autoridades. La población en su deseo por tener realidades diferentes, deberá avezar su capacidad de discernir.